miércoles, 30 de abril de 2008

ERASMO EN LA ENCRUCIJADA (2ª parte)

ERASMO EN LA ENCRUCIJADA (2ª parte)

1.1.2. Antecedentes literarios de la nueva edad de oro (siglos IX-XV).



Para acercarnos a este concepto de la nueva edad de oro debemos remontarnos al pasado anterior a 1450, aunque nos salgamos de los límites cronológicos fijados.

Uno de los primeros testimonios conservados de esa aspiración de futuro con los ojos puestos en el pasado se puede descubrir en un verso de la Ecloga escrita por uno de los poetas de la corte de Carlomagno (742-814), que ocultó su identidad bajo el seudónimo de Ovidio, pero hoy sabemos que pertenece a Muadwin (Modoino). He aquí el verso: "Aurea Roma iterum renovata renascitur orbi" (Véase la Nota 1).




En este caso estamos, sin duda, ante una obra poética inserta en el ambiente propiciado por el programa sociocultural (Renacimiento carolingio; Vid. Nota 2) impulsado por Carlomagno, aunque aún no conviene hablar ni de Renacimiento ni de Humanismo. Aún así, algunos estudiosos definen el período sucesivo de la vida cultural en Francia, siglos XII y XIII, y muy en particular el siglo XIII, como “el verdadero siglo del Renacimiento”, con algunos precedentes (siglos XI y XII) en Italia (Nota 3).




Este ideal comienza a aparecer más a partir del siglo XIV, cuando Italia está viviendo ya el Humanismo del Trescientos. Sin embargo, en sus grandes figuras, como la de Francesco Petrarca (1304-1374), se encuentran más el anhelo de gloria dado por una lengua latina resucitada, una imitación creativa a partir de modelos tales como la admirada retórica y oratoria de Cicerón o la historiografía de Tito Livio o una esperanza de restauración del estudio las bonæ litteræ frente a la ignorancia de los “bárbaros” del medioevo, que una verdadera aspiración de hacer resurgir la mítica edad de oro (Nota 4). Así parece desprenderse de la lectura de este fragmento de una conocida carta de Petrarca a Giovanni Boccaccio (1314-1375) donde leemos:


Una de tus alabanzas la acepto: dices de mí que, dentro y tal vez también fuera de Italia, mi ejemplo ha hecho que muchos se dedicaran a nuestros estudios, durante tantos siglos abandonados; y, en efecto, soy prácticamente el más viejo de cuantos entre nosotros cultivan este campo (traducción de José María Tatjer; Nota 5).



Sin embargo, aunque Petrarca escribe repetidamente sobre su dedicación a lo que llama “nuestros estudios” (los famosos studia humanitatis), hay que señalar su confianza en el futuro advenimiento de una era (felicius evum; Nota 6) más favorable para la cultura, pero no necesariamente “dorada”. Es cierto que en su poema África (Nota 7) nos describe su esperanza en el regreso del esplendor antiguo y puro: ad purum priscumque iubar. Pero insistimos en que, aunque ésta sea la mención expresa más parecida, en realidad la “edad de oro” no concurre en ninguno de sus principales escritos, al menos por lo que sabemos. El ideal que Petrarca vislumbraba como clara y auténtica renovación se nos muestra, más bien, como puramente cultural y literario, realizado a través del estudio de las buenas letras.




Por tanto, ese ideal poco tiene que ver con la revitalización de la república romana procurada por su amigo el notario Cola di Rienzo (1313-1354), que subió al poder en 1347 creyendo instaurar de nuevo la república romana (Notas 8 y 9), pero lejos del sentir de una próxima edad de oro, característico de los humanistas de los siglos XV y XVI. Incluso la noticia de los cultivadores del nuevo arte de inspiración clásica (como Giotto o Cimabue) aparece antes en Boccaccio que en Petrarca (Nota 10).




Una reveladora y nueva señal de esa ansiada edad de oro la testimonia un renovador del platonismo: Marsilio Ficino (1433-1499). Acudimos una vez más a la correspondencia de los escritores por constituir una de las mejores y más sinceras fuentes. En esta ocasión se trata de una carta que Ficino envió a Pablo de Middelburgo hacia 1492, año emblemático por tantísimas razones, y donde le expresa claramente lo que, según su opinión, se ha conseguido en su tiempo:




Pues este siglo, como una edad de oro, ha traído a nueva luz las artes liberales: la gramática, la poesía, la retórica, la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, los antiguos cantos de la órfica lira, y todo esto en Florencia (Nota 11).


Notemos que Ficino, además de las artes escritas (gramática, poesía, retórica) incluye en su visión de la edad de oro restaurada a las otras artes, desde la pintura a la música, con lo que su visión es mucho más amplia y enriquecida que aquella de Petrarca y otros humanistas de finales del XIV y principios del XV, que restringían el avance hacia tiempos mejores ciñéndolo tan sólo a través del cultivo de las letras. Y a su vez notemos, de pasada, cómo este autor hace hincapié, de manera un tanto parcial, en el origen florentino del renacer cultural.




[Continuará...]



NOTAS:





1. Citado por Vittorio CIAN, Umanesimo e Rinascimento, Florencia, Le Monnier, 1941, p. 10, aunque es un verso de sobra conocido. También en ULLMANN, op. cit., p.151, que toma el verso de MGH Poetæ Latini (Monumenta Germaniæ Historica), I, 384 ss., a 385, l. 27.


2. ULLMANN, op. cit., pp. 28-29, considera este Renacimiento carolingio como romanización de la Iglesia.




3. CHABOD, op. cit., p. 35, remite al artículo de Boulan, “Le vrai siècle de la Renaissance”, Humanisme et Renaissance, I, 1935. Y, a su vez, CIAN, op. cit., p. 25, muestra a Liutprando, obispo de Cremona y a Gunzone (“Gunzo italicus”) como figuras del prehumanismo de entre los siglos XI y XII.


4. PETRARCA, Obras, I. Prosa, Francisco Rico (coord..), Madrid, Alfaguara, 1978.




5. La carta pertenece a Seniles, XVII, ii, A Giovanni Boccaccio, diciéndole que la edad no debe ser motivo para abandonar el estudio (Senilium rerum libri, ad Iohannem de Certaldo, de non interrumpendo per etatem studio), op. cit, pp. 299-322. El fragmento escogido se halla en pp. 309 y 310. Doy el texto latino: Illud plane preconium quod michi tribuis non recuso: ad hec nostra studia, multis neglecta seculis, multorum me ingenia per Italiam excitasse et fortasse longius Italia; sum enim fere omnium senior, qui nunc apud nos his in studiis elaborant.



6. Francisco RICO, El sueño del humanismo. De Petrarca a Erasmo, Madrid, Alianza Universidad, 1993, p. 23, recoge un breve fragmento de uno de los poemas menores en latín escrito por Petrarca que contiene esa denominación (felicius evum) para el tiempo venidero.



7. Citado por RICO, op. cit., p. 24. Los dos versos que nos interesan son estos: ...Poterunt discussis forte tenebris / ad purum priscumque iubar remeare nepotes, pertenecientes al África, IX, 456-457. La cita de RICO es más extensa y rica; a ella remito.



8. Cola di Rienzo, o Niccolò Gabrini, notario de Roma, vid. GÓMEZ MORENO, pp. 83, 122, 249, 259-260, 280.



9. Roberto WEISS, La scoperta dell’Antichità classica nel Rinascimento, Padua, Antenore, 1989, p. 55.



10. Luis FERNÁNDEZ GALLARDO, El humanismo renacentista. De Petraca a Erasmo, Madrid, Arco Libros, 2000, pp. 11-12. Sobre Boccaccio, vid. las obras de GÓMEZ MORENO, RICO, etc., ya citadas, y los trabajos del profesor Vittore Branca.


11. The Portable Renaissance Reader, op. cit., p. 79. Los editores citan por la Opera Omnia, Basilea, 1576. Aunque no es el asunto de estas páginas, para adquirir más información sobre Ficino y su visión filosófica conviene consultar los estudios de E. Garin y P. O. Kristeller.


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