miércoles, 30 de abril de 2008

ERASMO EN LA ENCRUCIJADA (3ª parte)


ERASMO EN LA ENCRUCIJADA (3ª parte)

1.1.3. La edad de oro en la percepción de los humanistas del siglo XVI.

Erasmo de Rótterdam (1469-1536) fue quizá el humanista que más anheló el regreso de una edad de oro. Ahora bien, su concepto de ese periodo dorado es algo distinto a lo que hemos visto hasta el momento. Erasmo introduce en su ideal de edad de oro dos de las piedras angulares de toda su doctrina: la concordia y la piedad cristianas. No es extraño, por tanto, que, dadas las preocupaciones religiosas del humanista holandés, se haya hablado de Humanismo cristiano para caracterizarle a él y a su escuela. Ambas, piedad y concordia, se constituyen como dos de los fundamentos en los que se basan la fe y la devoción propias de Erasmo: esa religión interior, no tan atenta a los ritos exteriores, impregnada de tolerancia, ecumenismo e irenismo, es decir, deseos de paz entre los pueblos. A través de dos testimonios bastantes reveladores (se podrían escoger otros), tendremos ocasión de comprobar las ideas apuntadas. Son dos epístolas, una dirigida a Capito, humanista, y otra al Papa León X (1513-1521). En 1517, el año en que Lutero puso sus tesis en el castillo-iglesia de Wittenberg, Erasmo, que por aquellos años se encontraba en la cumbre de su carrera, le escribió a su amigo Capito estas palabras:

Casi desearía ser joven otra vez, por ninguna razón sino por esta: te adelanto la cercana venida de una edad de oro, tan claramente como vemos la intención de los príncipes que, como si hubiesen sido inspirados, dedican todas sus energías a perseguir la paz.

Es paradójico que estas palabras, llenas de buena intención y de fe en el futuro pacífico de Europa, iban a verse desengañadas con las guerras de religión y con la fractura definitiva de la religiosidad occidental. Probablemente Erasmo se arrepintió de haber sido tan cándido como para pensar que los príncipes europeos se afanaban en buscar la paz, cuando los embajadores, espías y conspiradores pululaban de una corte a otra.


Por esas mismas fechas, Erasmo envió una carta a León X (el pontífice que promulgó la bula Exsurge Domine para la excomunión de Martín Lutero en 1520) donde le exponía lo que, según su parecer, constituían “las tres grandes bendiciones” de la humanidad: la verdadera piedad cristiana (pietas), que significa auténtica devoción y reverencia; el estudio o erudición, es decir, el aprendizaje y enseñanza de las ciencias y las letras, que Erasmo, con Poliziano, denomina humanitas, traducción del griego philantropia, y la concordia de la Cristiandad (Christianitatis concordia), sin duda el concepto clave en la perspectiva erasmiana, en lo que representa de armonía, orden, cosmos y origen de los otros dos (Véase Nota 1).

He aquí la exposición de los grandes bienes de la presunta nueva edad de oro hecha por Erasmo al Papa León X:

Me felicito por este nuestro tiempo –que parece convertirse en una edad de oro, si alguna vez la hubo–, porque según veo, al amparo de vuestros felices auspicios y gracias a vuestros santos consejos, tres de las principales bendiciones de la humanidad le han sido restauradas. Pues hablo, en primer lugar, de la verdadera piedad cristiana, que había ido declinando de muy diversas formas; en segundo lugar, de la educación en el mejor de los modos, en otro tiempo parcialmente despreciada y corrupta; en tercer lugar, de la pública y perpetua concordia entre la Cristiandad, la fuente de donde nacen las otras dos, la piedad y la erudición (Nota 2).

Qué pronto iba a desmentir la realidad la mayor parte de estas afirmaciones. Para 1520, como señalan algunos estudiosos (Nota 3), los sueños de unidad cristiana y de reforma común de la Iglesia habían sufrido una terrible quiebra de la que ya iba a ser muy difícil recuperarse. Cabe señalar, volviendo a otro sueño, al ideal de Erasmo, que su edad de oro introducía elementos religiosos que en modo alguno se registran en los testimonios conservados, algunos de los cuales hemos podido leer. Esta es su gran aportación al ideal del que venimos hablando, la reforma de la Cristiandad mediante la pietas, la humanitas y la concordia, algo que más semejaban deseos de Erasmo que realidades.

Para cerrar este apartado, sólo nos queda por ver la versión poética del mito que venimos tratando y, aunque los testimonios documentales podrían ser muchos, hemos elegido el coro del acto primero de la L’Aminta de Torquato Tasso (1544-1595). Esta obra fue compuesta entre 1572 y 1573, prácticamente cuando termina el periodo que estamos analizando. Se trata de una expresión de la edad de oro llena de epicureísmo y gozo de vivir, realmente inspirada en los clásicos grecolatinos: un auténtico canto a la Naturaleza y a la libertad del hombre, cuyo lema final (s’ei piace, ei lice: si deleita, se permite) bien podría ser una de las divisas del Renacimiento, muy en el estilo de los cantos carnavalescos de Lorenzo de Médicis:


Oh, hermosa edad de oro,

no ya porque de leche

el río fluyera repleto, y destilase miel el bosque;

no porque los frutos

del árbol, intacto el arado,

nacieran de la tierra, [...]

sino porque una primavera eterna

ahora se enciende y reluce

con risas de luz y cielo sereno; [...]

sino porque sólo aquel vano,

nombre sin sujeto,

aquel ídolo de errores, ídolo de engaño,

aquel a quien el vulgo insano

rendía sus honores,

que por nuestra natura fue tirano,

no mezclaba su afán

entre las alegres dulzuras, [...]

ni fue su dura ley

conocida del alma avezada en libertades;

sino la ley áurea y feliz

que esculpió Naturaleza: si deleita, se permite (Nota 4).


Aparte de los retoricismos y maneras barrocas de la poesía de Tasso, lo más destacable de este fragmento es la relación establecida entre la edad de oro y la naturaleza. En efecto, desde los primeros críticos del Renacimiento, se acentuó la importancia de la naturaleza en la percepción del hombre hacia el exterior.


El sentimiento de la naturaleza, su mejor conocimiento y el del propio ser humano se constituyen, según los críticos de esta época, en esa conciencia general y colectiva, por encima de los individuos, que Russell denomina forma mentis.

Hemos podido observar el modo en que fue evolucionando y desarrollándose este ideal: desde la mera ensoñación de una Roma renacida en tiempos de Carlomagno hasta la casi realización del ideal con Erasmo y sus sucesores, para llegar al ocaso de ese sueño con la ruptura de fe en la Cristiandad y con la pujanza bélica de las nuevas naciones. Hemos meditado sobre ese camino, aunque hubiéramos podido trazar otras rutas, pues era una senda clara por la que transitar. Una senda que concluye con la visión desengañada e irónica de Cervantes y su inmortal Don Quijote, cuando el ingenioso hidalgo, ante la pobreza y humildad hospitalaria de unos cabreros, recoge del suelo unas bellotas doradas como la edad de sus sueños y exclama: ‘Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados...' (5)

Lástima que aquel optimismo renacentista se diluiría en el pesimismo barroco que con tanta amargura supo pintar nuestro Quevedo.


[Continuará...]


NOTAS:

1. Roland H. BAINTON, Erasmus of Christendom, Nueva York, Charles Scribner’s Sons, 1969, en concreto pp. 41-43, 113-114, donde el biógrafo desarrolla con cierta extensión los conceptos expuestos.

2. The Portable Renaissance Reader, op. cit., p. 80. Los editores toman la carta de The Epistles of Erasmus, F. M. Nichols (ed.), ep. 522 y 530, Londres, Longmans Green & Co., 1901, pero, sin duda, es conveniente consultar la edición de P. S. Allen que, por ser más completa, utilizamos infra. Sobre la carta de Erasmo a León X, vid. Wallace K. FERGUSON, The Renaissance in Historical Thought. Five Centuries of Interpretation, Cambridge Massachussets, Houghton Mifflin Company, 1948, p. 44.

3. Massimo FIRPO, Il problema della toleranza religiosa nell’età moderna, dalla riforma protestante a Locke, Turín, Loescher, 1978, señala (p. 28) que, con la quema de la bula papal de excomunión junto a textos canonísticos, en la plaza de Wittenberg “nell’autunno del 1520, la frattura della cristianità può dirsi sostanzialmente compiuta”.

4. Edición de Angelo Solerti (ed.), introd. Andrea Gareffi, Roma, Vecchiarelli, 1992, pp. 202-204, Coro, acto primero, vv. 1-6, 9-11, 14-21, 23-26. El original italiano es: O bella età de l’oro, / non già perché di latte / se’n corse il fiume, e stillò mèle il bosco; / non perché di frutti loro / dièr da l’aratro intatte / le terre [...] / ma in primavera eterna, / ch’ora s’accende e verna, / rise di luce e di sereno il ciel;,[...] / ma sol perché quel vano, / nome senza so ggetto, / quell’idolo d’errori, idol d’inganno, / quel che da’l volgo insano / onor poscia fu detto, / che di nostra natura il feo tiranno, / non mischiava el suo affanno / fra le liete dolcezze [...] / né fu sua dura legge / nota a quell’alme in libertate avvezze; / ma legge aurea e felice / che Natura scolpí: S’ei piace, ei lice.

5. En Don Quijote de la Mancha, I, cap. XI, p. 121, Francisco Rico (coord.), Barcelona, Crítica, 1998.

ERASMO EN LA ENCRUCIJADA (2ª parte)

ERASMO EN LA ENCRUCIJADA (2ª parte)

1.1.2. Antecedentes literarios de la nueva edad de oro (siglos IX-XV).



Para acercarnos a este concepto de la nueva edad de oro debemos remontarnos al pasado anterior a 1450, aunque nos salgamos de los límites cronológicos fijados.

Uno de los primeros testimonios conservados de esa aspiración de futuro con los ojos puestos en el pasado se puede descubrir en un verso de la Ecloga escrita por uno de los poetas de la corte de Carlomagno (742-814), que ocultó su identidad bajo el seudónimo de Ovidio, pero hoy sabemos que pertenece a Muadwin (Modoino). He aquí el verso: "Aurea Roma iterum renovata renascitur orbi" (Véase la Nota 1).




En este caso estamos, sin duda, ante una obra poética inserta en el ambiente propiciado por el programa sociocultural (Renacimiento carolingio; Vid. Nota 2) impulsado por Carlomagno, aunque aún no conviene hablar ni de Renacimiento ni de Humanismo. Aún así, algunos estudiosos definen el período sucesivo de la vida cultural en Francia, siglos XII y XIII, y muy en particular el siglo XIII, como “el verdadero siglo del Renacimiento”, con algunos precedentes (siglos XI y XII) en Italia (Nota 3).




Este ideal comienza a aparecer más a partir del siglo XIV, cuando Italia está viviendo ya el Humanismo del Trescientos. Sin embargo, en sus grandes figuras, como la de Francesco Petrarca (1304-1374), se encuentran más el anhelo de gloria dado por una lengua latina resucitada, una imitación creativa a partir de modelos tales como la admirada retórica y oratoria de Cicerón o la historiografía de Tito Livio o una esperanza de restauración del estudio las bonæ litteræ frente a la ignorancia de los “bárbaros” del medioevo, que una verdadera aspiración de hacer resurgir la mítica edad de oro (Nota 4). Así parece desprenderse de la lectura de este fragmento de una conocida carta de Petrarca a Giovanni Boccaccio (1314-1375) donde leemos:


Una de tus alabanzas la acepto: dices de mí que, dentro y tal vez también fuera de Italia, mi ejemplo ha hecho que muchos se dedicaran a nuestros estudios, durante tantos siglos abandonados; y, en efecto, soy prácticamente el más viejo de cuantos entre nosotros cultivan este campo (traducción de José María Tatjer; Nota 5).



Sin embargo, aunque Petrarca escribe repetidamente sobre su dedicación a lo que llama “nuestros estudios” (los famosos studia humanitatis), hay que señalar su confianza en el futuro advenimiento de una era (felicius evum; Nota 6) más favorable para la cultura, pero no necesariamente “dorada”. Es cierto que en su poema África (Nota 7) nos describe su esperanza en el regreso del esplendor antiguo y puro: ad purum priscumque iubar. Pero insistimos en que, aunque ésta sea la mención expresa más parecida, en realidad la “edad de oro” no concurre en ninguno de sus principales escritos, al menos por lo que sabemos. El ideal que Petrarca vislumbraba como clara y auténtica renovación se nos muestra, más bien, como puramente cultural y literario, realizado a través del estudio de las buenas letras.




Por tanto, ese ideal poco tiene que ver con la revitalización de la república romana procurada por su amigo el notario Cola di Rienzo (1313-1354), que subió al poder en 1347 creyendo instaurar de nuevo la república romana (Notas 8 y 9), pero lejos del sentir de una próxima edad de oro, característico de los humanistas de los siglos XV y XVI. Incluso la noticia de los cultivadores del nuevo arte de inspiración clásica (como Giotto o Cimabue) aparece antes en Boccaccio que en Petrarca (Nota 10).




Una reveladora y nueva señal de esa ansiada edad de oro la testimonia un renovador del platonismo: Marsilio Ficino (1433-1499). Acudimos una vez más a la correspondencia de los escritores por constituir una de las mejores y más sinceras fuentes. En esta ocasión se trata de una carta que Ficino envió a Pablo de Middelburgo hacia 1492, año emblemático por tantísimas razones, y donde le expresa claramente lo que, según su opinión, se ha conseguido en su tiempo:




Pues este siglo, como una edad de oro, ha traído a nueva luz las artes liberales: la gramática, la poesía, la retórica, la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, los antiguos cantos de la órfica lira, y todo esto en Florencia (Nota 11).


Notemos que Ficino, además de las artes escritas (gramática, poesía, retórica) incluye en su visión de la edad de oro restaurada a las otras artes, desde la pintura a la música, con lo que su visión es mucho más amplia y enriquecida que aquella de Petrarca y otros humanistas de finales del XIV y principios del XV, que restringían el avance hacia tiempos mejores ciñéndolo tan sólo a través del cultivo de las letras. Y a su vez notemos, de pasada, cómo este autor hace hincapié, de manera un tanto parcial, en el origen florentino del renacer cultural.




[Continuará...]



NOTAS:





1. Citado por Vittorio CIAN, Umanesimo e Rinascimento, Florencia, Le Monnier, 1941, p. 10, aunque es un verso de sobra conocido. También en ULLMANN, op. cit., p.151, que toma el verso de MGH Poetæ Latini (Monumenta Germaniæ Historica), I, 384 ss., a 385, l. 27.


2. ULLMANN, op. cit., pp. 28-29, considera este Renacimiento carolingio como romanización de la Iglesia.




3. CHABOD, op. cit., p. 35, remite al artículo de Boulan, “Le vrai siècle de la Renaissance”, Humanisme et Renaissance, I, 1935. Y, a su vez, CIAN, op. cit., p. 25, muestra a Liutprando, obispo de Cremona y a Gunzone (“Gunzo italicus”) como figuras del prehumanismo de entre los siglos XI y XII.


4. PETRARCA, Obras, I. Prosa, Francisco Rico (coord..), Madrid, Alfaguara, 1978.




5. La carta pertenece a Seniles, XVII, ii, A Giovanni Boccaccio, diciéndole que la edad no debe ser motivo para abandonar el estudio (Senilium rerum libri, ad Iohannem de Certaldo, de non interrumpendo per etatem studio), op. cit, pp. 299-322. El fragmento escogido se halla en pp. 309 y 310. Doy el texto latino: Illud plane preconium quod michi tribuis non recuso: ad hec nostra studia, multis neglecta seculis, multorum me ingenia per Italiam excitasse et fortasse longius Italia; sum enim fere omnium senior, qui nunc apud nos his in studiis elaborant.



6. Francisco RICO, El sueño del humanismo. De Petrarca a Erasmo, Madrid, Alianza Universidad, 1993, p. 23, recoge un breve fragmento de uno de los poemas menores en latín escrito por Petrarca que contiene esa denominación (felicius evum) para el tiempo venidero.



7. Citado por RICO, op. cit., p. 24. Los dos versos que nos interesan son estos: ...Poterunt discussis forte tenebris / ad purum priscumque iubar remeare nepotes, pertenecientes al África, IX, 456-457. La cita de RICO es más extensa y rica; a ella remito.



8. Cola di Rienzo, o Niccolò Gabrini, notario de Roma, vid. GÓMEZ MORENO, pp. 83, 122, 249, 259-260, 280.



9. Roberto WEISS, La scoperta dell’Antichità classica nel Rinascimento, Padua, Antenore, 1989, p. 55.



10. Luis FERNÁNDEZ GALLARDO, El humanismo renacentista. De Petraca a Erasmo, Madrid, Arco Libros, 2000, pp. 11-12. Sobre Boccaccio, vid. las obras de GÓMEZ MORENO, RICO, etc., ya citadas, y los trabajos del profesor Vittore Branca.


11. The Portable Renaissance Reader, op. cit., p. 79. Los editores citan por la Opera Omnia, Basilea, 1576. Aunque no es el asunto de estas páginas, para adquirir más información sobre Ficino y su visión filosófica conviene consultar los estudios de E. Garin y P. O. Kristeller.


ERASMO EN LA ENCRUCIJADA (1ª parte)

ERASMO EN LA ENCRUCIJADA
ENTRE
HUMANISMO Y REFORMA (1ª parte)


En 2001 escribí mi tesina sobre un humanista portugués del que ya os he hablado: Damián de Góis. Hoy quiero ofreceros un breve resumen de esa tesina, por si os interesara el tema. Creo que merece la pena que lo leáis, sobre todo si os gusta la historia europea del siglo XVI. Lo iré publicando poco a poco. Podéis hacer los comentarios que deseéis. Bien sé que todo esto casi nada tiene que ver con la actualidad española actual, ni con las novelas policiales, pero... Perdonad mi egocentrismo. Otro día hablaremos del Gobierno, o desgobierno, de la Nación, o del Reino de España.


ERASMO EN LA ENCRUCIJADA (1)


1.1. DELIMITACIÓN DEL CONTEXTO HISTÓRICO (1450-1575):

1.1.1. El fin de una civilización y el nacimiento de un ideal. Nuevos horizontes.


El 13 de julio de 1453 el Cardenal Juan Bessarion (1395/1403-1472) (véase la Nota 1) daba cuenta a Francesco Foscari, dogo de Venecia, de su enorme pesar por la caída de Constantinopla, ocurrida el 29 de mayo de ese año, y refería su tristeza con estas palabras:

Muy ilustre y excelente príncipe: He aguardado a este día para encomendar a su alteza mi infeliz y desventurada ciudad de Constantinopla [...]. Una ciudad que fue tan floreciente, con un imperio tan grande [...], tan próspera, verdadera cabeza de toda Grecia [...], escuela de las bellas artes, refugio de todas las cosas buenas, ha sido ahora capturada, despojada, destrozada y completamente saqueada por los bárbaros más inhumanos y los enemigos más feroces de la fe cristiana (la traducción es nuestra) (Nota 2).

El Cardenal Bessarion, al mismo tiempo que se lamentaba por tamaña pérdida con un auténtico elogio de Constantinopla y de la cultura griega, estaba relatando el fin no sólo de una metrópoli, sino de toda una civilización en declive desde hacía mucho tiempo. Sin saberlo, nos legaba el testimonio de la muerte de un mundo caduco y el nacimiento de un ideal heredado de los clásicos y revitalizado por los hombres modernos (Nota 3).


No es de extrañar que el sucesor de Nicolás V y Calixto III (1455-1458), Eneas Silvio Piccolomini (1405-1464), futuro Papa Pío II (1458-1464), en carta de 1454, cuando aún no era Sumo Pontífice, dirigida a Leonardo di Bentivoglio, hiciese estas críticas observaciones:

La Cristiandad no posee una cabeza a la que todos quieran obedecer. Ni siquiera la del Papa, ni la del Emperador. No hay ninguna reverencia, ni obediencia. Así que vemos “Papa” y “Emperador” sólo como títulos ficticios y poderes figurados. Cada ciudad posee su propio rey y hay tantos príncipes como casas reales (Nota 4).

Luego se pregunta de qué forma se puede persuadir a los príncipes del mundo cristiano de la conveniencia de tomar las armas bajo una misma bandera. En tan breve fragmento son significativos varios aspectos: la aún existente denominación de Cristiandad (Christianitas; véase la Nota 5), en vez de Europa, se mantendría durante muchos años como lugar común al lado de otras como república cristiana, etc; la falta de un poder aglutinante que, sin restar iniciativa o autonomía a los reinos cristianos, acometiese una empresa gigantesca y, para entonces, trasnochada; la valoración puramente nominal y casi ficticia de los títulos de Papa y Emperador (véase la Nota 6), sin demasiada trascendencia efectiva; por último, la variedad y número de casas reales y señoríos que albergaba cada ciudad y cada país.

[CONTINUARÁ...]


NOTAS



1. Sobre el Cardenal Bessarion, su labor de difusión de la cultura griega, su biblioteca (origen de la famosa Biblioteca Marciana de Venecia) y sobre su relación con España, vid. Ángel GÓMEZ MORENO, España y la Italia de los humanistas. Primeros ecos, Madrid, Gredos, 1994, pp. 44, 50 n., 70, 71, 89, 231 y 334. Para su Oratio ad principes Italia de periculis imminentibus, traducido al italiano por Ludovico Carbone como Oratione a tutti gli signori d’Italia confrontandogli a pigliar guerra contro il Turcho (Venecia, 1471), además de GÓMEZ MORENO, vid. Introducción al humanismo renacentista, Jill Kraye (ed.), Cambridge, Cambridge University Press, 1998, en especial las pp. 166 y 167.

2. The Portable Renaissance Reader, James Bruce Ross-Mary Martin McLaughlin (eds.), Nueva York, The Viking Press, 1953, pp. 70-71. He utilizado esta antología, con textos de verdadero interés, por el difícil acceso a las ediciones originales. Mientras no se señale lo contrario, las traducciones al español son de nuestra responsabilidad.

3. GÓMEZ MORENO, op. cit., pp. 24 y 25, en especial la referencia al artículo de François Masai. En el próximo apartado trataremos sobre los conceptos de Humanismo y Renacimiento.

4. GiLMORE, op. cit.., p. 5. También en The Portable Renaissance Reader, op. cit., p. 75. El texto procede de E. Silvio Piccolomini, Opera Omnia, Basilea, 1571, p. 656. Damos el fragmento de la carta original: Christianitas nullum habet caput, cui parere omnes velint. Neque summo sacerdoti, neque Imperatori quæ sua sunt dantur. Nulla reverentia, nulla obedientia est. Tanquam ficta nomina, picta capita sint, ita Papam Imperatoremque rescipimus. Suum quæque civitas Regem habet. Tot sunt principes quot domus. SYMONDS, op. cit., vol. 1, p. 313, pone en evidencia que Eneas Silvio Piccolomini “was the mirror of his time –a humanist and stylist...”

5. Como destaca John Rigby HALE, Renaissance Europe. Individual and society, 1480-1520, Nueva York, Harper & Row Publishers, 1971, p. 101, aunque también subraya su vitalidad por varias razones: “Christendom as a notion was a commonplace, but in the main it was kept alive by two elements well removed from practical politics: nostalgia [sic] for the days of the crusader [...] and the individual’s hope that he could cancel out his sins by contributing to the recapture of the holy places...” A pesar de lo cual, juzgamos, igual que Eneas Silvio, que la Cristiandad era una entidad tan nominal como los títulos de Papa o Emperador, sin un verdadero poder de convocatoria, como pudo comprobarse por el éxito de la pretendida cruzada contra los turcos.

6. No olvidemos las polémicas entre Papa y Emperador, entre el Papado y el Imperio, para el que Dante creó el neologismo “Imperiatus” en su De Monarchia (lib. III, XIss). Por otra parte, la afirmación de los incipientes espíritus nacionales suponía una merma en el poder de influencia de ambas instituciones, como destaca con acierto V. H. H. GREEN, Renaissance and Reformation. A Survey of European History between 1450 and 1660, Londres, Edward Arnold Publishers, 19642, pp. 18 y 25.

También Walter ULLMANN, Radici del Rinascimento, Roma-Bari, Laterza, 1980, p. 174, apunta: “Con lo stesso colpo di pennello Dante ‘demondanizò’ la Chiesa come unica realtà universale. Al papatus corrispondive l’imperiatus, un termine nuovo, e finora non trovato altrove, che meteva in chiara evidenza il principio della bipolarità”.

martes, 29 de abril de 2008

WHAT'S WRONG WITH SPAIN? (¿QUÉ VA MAL EN ESPAÑA?)


WHAT'S WRONG WITH SPAIN?
-¿QUÉ VA MAL EN ESPAÑA?-


Los pocos pero asiduos lectores de este blog, y la mayoría, como digo yo, pertenece a la raza humana, ya sabrá lo que va mal en España. Pero uno anda siempre metido en sus cosas, bebiendo cerveza en un pub inglés o irlandés y, claro, ¿cómo va a enterarse de lo que va mal en España?

Mis corresponsales españoles me cuentan tremendos cambios en ese querido país desde la última vez que estuve, allá por 1935... ¿O fue en 1936? El río del olvido calma la sed, pero no impide que el tiempo pase y nos bañemos en la desmemoria. Me hablan mis corresponsales y amigos españoles de una serie de catastróficas desdichas...

Parece que la llamada memoria vuelve a ser la Némesis de los españoles. La memoria, la pérdida de la memoria o la torpe y vana recuperación de las falsas y torticeras memorias de unos cuantos para ser impuestas a la mayoría. La minoría pensante, intelectualoide, piensa poco y, cuando piensa, piensa que puede imponer su poder sobre la supuesta 'mayoría no pensante'. Ése es el gran error de los demagogos: creer que el pueblo no piensa... Al pueblo hay que temerle cuando actúa con imprudencia o salvajismo, pero no cuando piensa: y tampoco hay que temerle cuando actúa con nobleza.

Volviendo a España. Veo que la 'cuestión de los gatos' (The Catalan Cats), lejos de resolverse, ha acentuado su error de raíz: el exacerbado nacionalismo excluyente y no integrador. Lo siento, porque me encanta Barcelona y su cultura, pero... En fin, me quedo con la Tarragona de 'Escipión y los niños', con su vinagre, sus tabernas y la gente fantástica que conocí allí.

Tampoco veo que se haya resuelto el problema central de España: su identidad. Desde fuera, vemos a España como una nación desnortada; otros, la ven como una nación con entidad e identidad propia... Yo la veo como el país de los genios, de los conquistadores, de los audaces hombres de Lepanto, de las adorables y bellas mujeres del 2 de mayo... España, tienes entidad e identidad propias. España, ¿por qué te cuestionas y te preguntas cada día quién eres, a dónde vas, de dónde vienes o cómo has nacido o cuándo has de morir?

España, algo anda mal si tú no andas. El reloj del mundo, que no es un reloj suizo, no puede esperarte. Pero la hora de tu Reloj de Príncipes, de tu Quijote y de tus 'Sanchos', seguirá marcada en mi corazón y en el de tantos ingleses y británicos en general que admiramos tu cultura. No te duermas, España. Hispania, Iberia: ¡despierta!

Vive alegre. Anda. Marcha adonde quieras. Pero ¡anda! No te quedes parada ni te sientes al revés, como escribió Edward Lear... Anda, España. Que tus malos gobernantes son y serán pasajeros de la nave, pero, al fin y al cabo, pasajeros. Tu destino, como el de todas las grandes naciones, es eterno, inmortal, inmarcesible. No, el viento no marchitará la rosa de España, ni el clavel de su alegría.

España...

VIVAT HISPANIA!


LEPANTO, de G. K. CHESTERTON


LEPANTO



G.K. Chesterton
 














Versión de Jorge Luis Borges
(publicada originalmente en el primer número 
-noviembre de 1938- de la revista argentina Sol y Luna)
 

Blancos los surtidores en los patios del sol;
El Sultán de Estambul se ríe mientras juegan.
Como las fuentes es la risa de esa cara que todos temen,
Y agita la boscosa oscuridad, la oscuridad de su barba,
Y enarca la media luna sangrienta, la media luna de sus labios,
Porque al más íntimo de los mares del mundo lo sacuden sus barcos.
Han desafiado las repúblicas blancas por los cabos de Italia,
Han arrojado sobre el León del Mar el Adriático,
Y la agonía y la perdición abrieron los brazos del Papa,
Que pide espadas a los reyes cristianos para rodear la Cruz.
La fría Reina de Inglaterra se mira en el espejo;
La sombra de los Valois bosteza en la Misa;
De las irreales islas del ocaso retumban los cañones de España,
Y el Señor del Cuerno de Oro se está riendo en pleno sol.
Laten vagos tambores, amortiguados por las montañas,
Y sólo un príncipe sin corona, se ha movido en un trono sin nombre,
Y abandonando su dudoso trono e infamado sitial,
El último caballero de Europa toma las armas,
El último rezagado trovador que oyó el canto del pájaro,
Que otrora fue cantando hacia el sur, cuando el mundo entero era joven.
En ese vasto silencio, diminuto y sin miedo
Sube por la senda sinuosa el ruido de la Cruzada.
Mugen los fuertes gongs y los cañones retumban,
Don Juan de Austria se va a la guerra.
Forcejean tiesas banderas en las frías ráfagas de la noche,
Oscura púrpura en la sombra, oro viejo en la luz,
Carmesí de las antorchas en los atabales de cobre.
Las clarinadas, los clarines, los cañones y aquí está él.
Ríe Don Juan en la gallarda barba rizada.
Rechaza, estribando fuerte, todos los tronos del mundo,
Yergue la cabeza como bandera de los libres.
Luz de amor para España ¡hurra!
Luz de muerte para África ¡hurra!
Don Juan de Austria
Cabalga hacia el mar.
Mahoma está en su paraíso sobre la estrella de la tarde
(Don Juan de Austria va a la guerra.)
Mueve el enorme turbante en el regazo de la hurí inmortal,
Su turbante que tejieron los mares y los ponientes.
Sacude los jardines de pavos reales al despertar de la siesta,
Y camina entre los árboles y es más alto que los árboles,
Y a través de todo el jardín la voz es un trueno que llama
A Azrael el Negro y a Ariel y al vuelo de Ammon:
Genios y Gigantes,
Múltiples de alas y de ojos,
Cuya fuerte obediencia partió el cielo
Cuando Salomón era rey.
Desde las rojas nubes de la mañana, en rojo y en morado se precipitan,
Desde los templos donde cierran los ojos los desdeñosos dioses amarillos;
Ataviados de verde suben rugiendo de los infiernos verdes del mar
Donde hay cielos caídos, y colores malvados y seres sin ojos;
Sobre ellos se amontonan los moluscos y se encrespan los bosques grises del 
                                                                                                  mar,
Salpicados de una espléndida enfermedad, la enfermedad de la perla;
Surgen en humaredas de zafiro por las azules grietas del suelo,-
Se agolpan y se maravillan y rinden culto a Mahoma.
Y él dice: Haced pedazos los montes donde los ermitaños se ocultan,
Y cernid las arenas blancas y rojas para que no quede un hueso de santo
Y no déis tregua a los rumíes de día ni de noche,
Pues aquello que fue nuestra aflicción vuelve del Occidente.
Hemos puesto el sello de Salomón en todas las cosas bajo el sol
De sabiduría y de pena y de sufrimiento de lo consumado,
Pero hay un ruido en las montañas, en las montañas y reconozco
La voz que sacudió nuestros palacios -hace ya cuatro siglos:
¡Es el que no dice "Kismet"; es el que no conoce el Destino,
Es Ricardo, es Raimundo, es Godofredo que llama!
Es aquel que arriesga y que pierde y que se ríe cuando pierde;
Ponedlo bajo vuestros pies, para que sea nuestra paz en la tierra.
Porque oyó redoblar de tambores y trepidar de cañones.
(Don Juan de Austria va a la guerra)
Callado y brusco -¡hurra! 
Rayo de Iberia
Don Juan de Austria
Sale de Alcalá.
En los caminos marineros del norte, San Miguel está en su montaña.
(Don Juan de Austria, pertrechado, ya parte)
Donde los mares grises relumbran y las filosas marcas se cortan
Y los hombres del mar trabajan y las rojas velas se van.
Blande su lanza de hierro, bate sus alas de piedra;
El fragor atraviesa la Normandía; el fragor está solo;
Llenan el Norte cosas enredadas y textos y doloridos ojos
Y ha muerto la inocencia de la ira y de la sorpresa,
Y el cristiano mata al cristiano en un cuarto encerrado
Y el cristiano teme a Jesús que lo mira con otra cara fatal
Y el cristiano abomina de María que Dios besó en Galilea.
Pero Don Juan de Austria va cabalgando hacia el mar,
Don Juan que grita bajo la fulminación y el eclipse,
Que grita con la trompeta, con la trompeta de sus labios,
Trompeta que dice ¡ah!
¡Domino Gloria!
Don Juan de Austria
Les está gritando a las naves.
El rey Felipe está en su celda con el Toisón al cuello
(Don Juan de Austria está armado en la cubierta)
Terciopelo negro y blando como el pecado tapiza los muros
Y hay enanos que se asoman y hay enanos que se escurren.
Tiene en la mano un pomo de cristal con los colores de la luna,
Lo toca y vibra y se echa a temblar
Y su cara es como un hongo de un blanco leproso y gris
Como plantas de una casa donde no entra la luz del día,
Y en ese filtro está la muerte y el fin de todo noble esfuerzo,
Pero Don Juan de Austria ha disparado sobre el turco.
Don Juan está de caza y han ladrado sus lebreles-
El rumor de su asalto recorre la tierra de Italia.
Cañón sobre cañón, ¡ah, ah!
Cañón sobre cañón, ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Ha desatado el cañoneo.
En su capilla estaba el Papa antes que el día o la batalla rompieran.
(Don Juan está invisible en el humo)
En aquel oculto aposento donde Dios mora todo el año,
Ante la ventana por donde el mundo parece pequeño y precioso.
Ve como en un espejo en el monstruoso mar del crepúsculo
La media luna de las crueles naves cuyo nombre es misterio.
Sus vastas sombras caen sobre el enemigo y oscurecen la Cruz y el Castillo
Y velan los altos leones alados en las galeras de San Marcos;
Y sobre los navíos hay palacios de morenos emires de barba negra;
Y bajo los navíos hay prisiones, donde con innumerables dolores,
Gimen enfermos y sin sol los cautivos cristianos
Como una raza de ciudades hundidas, como una nación en las ruinas,
Son como los esclavos rendidos que en el cielo de la mañana
Escalonaron pirámides para dioses cuando la opresión era joven;
Son incontables, mudos, desesperados como los que han caído o los que huyen
De los altos caballos de los Reyes en la piedra de Babilonia.
Y más de uno se ha enloquecido en su tranquila pieza del infierno
Donde por la ventana de su celda una amarilla cara lo espía,
Y no se acuerda de su Dios, y no espera un signo-
(¡Pero Don Juan de Austria ha roto la línea de batalla!)
Cañonea Don Juan desde el puente pintado de matanza.
Enrojece todo el océano como la ensangrentada chalupa de un pirata,
El rojo corre sobre la plata y el oro.
Rompen las escotillas y abren las bodegas,
Surgen los miles que bajo el mar se afanaban
Blancos de dicha y ciegos de sol y alelados de libertad.
¡Vivat Hispania!
¡Domino Gloria!
¡Don Juan de Austria
Ha dado libertad a su pueblo!
Cervantes en su galera envaina la espada
(Don Juan de Austria regresa con un lauro)
Y ve sobre una tierra fatigada un camino roto en España,
Por el que eternamente cabalga en vano un insensato caballero flaco,
Y sonríe (pero no como los Sultanes), y envaina el acero...
(Pero Don Juan de Austria vuelve de la Cruzada.)



lunes, 28 de abril de 2008

Abril es el mes más cruel...


Abril es el mes más cruel…



Dante, en su ‘De vulgari eloquentia’ (Sobre la elocuencia de la lengua vulgar) definió la poesía como

Fictio rethorica musicaque posita, es decir, una ‘ficción compuesta con retórica y música’ (Libro segundo, IV, 2). Thomas S. Eliot, poeta, crítico, fue el fundador y director de Faber & Faber, una de las editoriales inglesas de poesía más prestigiosa. Ezra Pound le llamó ‘il meglior fabbro’, el mejor artesano. En su libro Función de la poesía y la función de la crítica (The Use of Poetry and the Use of Criticism, 1933) defendía Eliot que “en arte no hay libertad”, y que “lo que se llama verso libre, y que, si es bueno, es cualquier cosa menos libre, se defiende mejor bajo otra etiqueta”. Pero Eliot –autor de maravillosos poemas ‘en verso libre’, o mejor poemas cúbicos, como gustaba llamarlos a un profesor mío– escribió un poema que, para los que os manejáis con el inglés, podéis leerlo en www.bartleby.com). Yo os dejo una traducción al español. Espero que os guste (está ‘copipegada’ de www.terra.es):


T.S. Eliot (1888–1965). The Waste Land. 1922.


Abril es el mes más cruel, hace brotar

lilas del interior de la tierra muerta, mezcla

la memoria y el deseo, estremece

las raíces marchitas con lluvia de primavera.

El invierno nos mantuvo calientes, cubriendo

la tierra con nieve de olvido, alimentando

un poco de vida con tubérculos secos.

El verano nos sorprendió, pasando sobre el Starnbergersee

con una cortina de lluvia; hicimos un alto bajo la galería de columnas,

y continuamos a la luz del sol, adentrándonos en el Hofgarten,

y bebimos café, y hablamos durante una hora.

Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen, echt deutsch.

Y cuando éramos niños, pasando una temporada donde el archiduque,

donde mi primo, él me sacó en un trineo,

y yo estaba asustado. Él dijo, Marie,

Marie, agárrate fuerte. Y para abajo fuimos.

En las montañas, allí uno se siente libre.

Leo, gran parte de la noche, y voy al sur en invierno.

¿Qué son las raíces que se prenden, qué ramas brotan

de estos escombros minerales? Hijo de hombre,

nada puedes decir, o adivinar, ya que sólo conoces

un montón de imágenes rotas, donde el sol golpea,

y el árbol muerto no ofrece refugio, ni el grillo consuelo,

ni la piedra seca rumor de agua. Sólamente

hay sombra bajo esta roca roja,

(ven bajo la sombra de esta roca roja),

y yo te enseñaré algo diferente, tanto de

tu sombra en la mañana avanzando a tus espaldas

como de tu sombra a la tarde creciendo para encontrarte;

yo te enseñaré el miedo en un puñado de polvo.

Frisch weht der Wind

Der Heimat zu

Mein Irisch Kind,

Wo weilest du?


"Tú me trajiste jacintos por primera vez hace un año;

ellos me llamaban la chica de los jacintos."

- Sin embargo cuando regresamos, tarde, del jardín de jacintos,

tus brazos llenos, y tu pelo húmedo, yo no podía

hablar, y los ojos me fallaban, no estaba

ni vivo ni muerto, y no sabía nada,

mirando en el corazón de la luz, el silencio.

Oed' und leer dar Meer.

Madame Sosostris, famosa clarividente,

tenía un terrible resfriado, pero de todos modos

es conocida como la mujer más sabia de Europa,

con un mazo de cartas muy mordaz. Aquí, dijo ella,

está tu carta, el Marinero Fenicio ahogado,

(Perlas son estos que fueron sus ojos. ¡Mira!)

aquí está Belladonna, la Señora de las Rocas,

la Señora de las situaciones.

Aquí está el hombre de los tres bastos, y aquí la Rueda,

y aquí está el mercader con un sólo ojo, y esta carta,

que está en blanco, es algo que carga a la espalda,

que me está prohibido ver. No encuentro

al Colgado. Teme la muerte por el agua.

Veo multitudes de gente, dando vueltas en círculo.

Gracias. Si ves a la querida Mrs. Equitone,

dile que yo misma le llevo el horóscopo:

uno debe ser así de cuidadoso hoy en día.

Ciudad irreal,

bajo la niebla ocre de un amanecer de invierno,

una muchedumbre fluía sobre el Puente de Londres, tantos,

no tenía ni idea de que la muerte hubiera destruido tantos,

suspiros, cortos e infrecuentes, eran exhalados,

y cada hombre llevaba los ojos clavados un poco por delante de sus pies.

Fluían colina arriba y bajaban King William Street,

adonde Saint Mary Woolnoth daba las horas

con un sonido muerto en la última campanada de las nueve.

Allí vi a alguien que conocía, y le paré, gritando: "¡Stetson!

¡Tú que estuviste embarcado conmigo en Mylae!

Aquel cadáver que plantaste en tu jardín el año pasado,

¿ha empezado a retoñar? ¿Florecerá este año?

¿O ha perturbado su lecho la helada repentina?

¡Manten al Perro lejos de aquí, ya que es amigo de los hombres,

o con sus uñas volverá a desenterrarlo!

¡Tú! hypocrite lecteur! - mon semblabe, - mon frère!

CHISPAZOS OTOÑALES

Tras el cambio de hora al llamado "horario de invierno" y con la vista puesta en la nueva edición de las Elecciones Generales en ...