Hemos de advertir que, entre La Piedra Lunar (The Moonstone, 1868) y las primeras ficciones policiales de Conan Doyle (1886-87) se publicaron otras muchas novelas detectivescas en Francia, EEUU, e Inglaterra, sobre todo, pero cabe hablar de un 'interregno' entre un autor y otro, como bien señala Julian Symons en su Historia del relato policial (1972). Decimos esto para que los lectores no se lleven la falsa impresión de que Conan Doyle siguió a Collins inmediatamente en la cronología del género; antes bien, hubo muchas otras novelas y relatos, de los que trataremos en otra ocasión, porque nos gustaría centrarnos primero en los grandes autores.
Arthur Conan Doyle (1859-1930), luego nombrado Sir del Imperio británico, era en 1886 un joven médico de 26 años que vivía en Hampshire y no tenía demasiados pacientes que atender. La literatura constituía su auténtica pasión y, como tal, a ella dedicaba gran parte de su tiempo libre. Un buen día de ese año garabateó estas notas en una hoja de papel: "A Study in Scarlet [Estudio en escarlata]. Ormond Sacker, de Afganistán [había tachado 'del Sudán']. Vivía en 221 B de Upper Baker Street, en compañía de Sherrinford Holmes". Con esta escueta nota estaba creando la primera novela larga de su más célebre personaje: Sherlock Holmes, llamado al principio Sherrinford (nombre típico de Escocia, la patria natal de Conan Doyle), además de darle un domicilio (221 B de Baker Street) y un singular compañero de aventuras, el Dr. John H. Watson, el Ormond Sacker del borrador. A esta novela le puso inicialmente el título de 'Una madeja enmarañada', para luego borrarlo y dejar el nombre con el que la conocemos en la actualidad.
Estudio en escarlata fue escrito en 1886 y Conan Doyle vio cómo varios editores de Londres le rechazaban la publicación del manuscrito, hasta que Ward y Lock, en octubre de ese año, le ofrecieron la suma de 25 libras por los derechos de autor. La pésima situación financiera de Doyle le impulsó a aceptar esa mísera oferta. Hoy podríamos preguntarnos quién iba a decirle la gran cantidad de dinero que Holmes y Watson iban a generarle en el futuro a él y a sus editores, hasta el extremo de convertirle en el escritor mejor pagado de Inglaterra en esa época. La novela vio la luz en el Beeton's Christmas Annual de 1887 y, contra lo que pudiera pensarse, al principio suscitó poco interés. Fue la revista norteamericana Lippincott's Magazine quien se interesó vivamente en ella (parte de la narración transcurre en la ciudad americana de Salt Lake City, Utah) y le pidió a Doyle que se entrevistara con un agente de la revista en Londres. A la entrevista también fue invitado nada más y nada menos que Oscar Wilde: a ambos se les propuso publicar sendos libros en la revista: el de Wilde fue la famosa novela El retrato de Dorian Gray; el de Doyle, la segunda aparición de Holmes en novela larga, El signo de los cuatro (The Sign of the Four, 1890). A partir de entonces, y sobre todo con la publicación de las aventuras cortas de Holmes en la revista Strand Magazine, la fama y la riqueza de Conan Doyle fueron en aumento.
Respecto a Estudio en escarlata, cabe decir que es una novela que hoy resulta más atrayente por la presentación del personaje de Holmes y de su peculiar método deductivo que por el argumento en sí. A ojos de un lector moderno, esta historia de asesinato y venganza puede parecer no sólo macabra, sino truculenta y grotesca, pero ello no le resta un ápice de interés. Supuso, sin duda, un avance respecto a los primeros relatos de Edgar A. Poe, las novelas de Émile Gaboriau o las dramáticas y maravillosas ficciones de Wilkie Collins, autores ya tratados en este blog. En la próxima entrada veremos algunas de esas innovaciones y otros aspectos de la novela. Concluiremos con un esbozo de la trama de Estudio en escarlata.
Resumiremos el argumento de la primera parte de la novela así: el cadáver de un hombre es hallado en una casa abandonada en Brixton, Inglaterra. Ha sido brutalmente asesinado. Su expresión denota un espanto sobrehumano y su cuerpo se encuentra contorsionado, como si hubiera sufrido una horrible tortura. En una pared de la casa abandonada aparece escrita en sangre la palabra RACHE. Se encarga del caso el inspector Lestrade, de Scotland Yard, junto a Tobías Gregson. Lestrade piensa que la palabra RACHE es el nombre de una mujer, Rachel, pero que el asesino no concluyó de escribirlo porque, tal vez, oyó ruidos, se alarmó y se fue. De forma oficiosa, el señor Sherlock Holmes se ocupa de la investigación, no antes de que su 'biógrafo oficial', el Dr. Watson, nos cuente su propia historia como médico en Afganistán, nos describa al singular Holmes (ofreciendo detalles tan particulares como su afición por el violín, el boxeo y la esgrima, sus conocimientos sobre química, medicina, matemáticas, criminología, etc., así como sus maravillosas dotes de deducción) y narre su encuentro con él y cómo surgió la amistad entre ambos, hasta compartir habitaciones en Baker Street. La segunda parte de la novela se desarrolla, como ya dijimos, en Norteamérica, en Salt Lake City, Estado de Utah. Ésta es la parte menos interesante, desde el punto de vista del lector actual, pero representa un buen relato de aventuras en el que buscar las profundas motivaciones de un asesino.
¿Quién es el hombre asesinado en la casa de los jardines Lauriston, de Brixton? ¿Quién le asesinó y por qué lo hizo de manera tan cruel y horripilante? ¿Qué significa la enigmática palabra RACHE, escrita con sangre en la pared? La respuesta a todas estas preguntas la encontrarán los lectores en las páginas de Estudio en escarlata, cuya lectura os recomiendo vivamente porque a muchos de nosotros nos impresionó y nos encantó cuando la leímos, en los ya lejanos años de nuestra adolescencia.
Estoy seguro de que os resultará una lectura amena y apasionante, si es que no la habéis leído ya. Holmes y Watson os esperan, junto al torpe inspector Lestrade, y en torno a un enigma aparentemente irresoluble.