sábado, 28 de febrero de 2009

ORACIONES TRADICIONALES (8): EL ANIMA CHRISTI

ORACIONES TRADICIONALES (8): EL ANIMA CHRISTI

Tras los festejos del desenfrenado Carnaval, fiesta del adiós a la carne (CARNE VALE, o CARNEM LEVARE, 'quitar la carne', aunque el origen de la palabra no está claro) con el Martes de Carnaval y el entierro de la Sardina, esta semana se ha celebrado el Miércoles de Ceniza y ha comenzado la Cuaresma. Después del reinado del alegre y pícaro don Carnal, viene la grave y seria doña Cuaresma, cuya batalla tan graciosamente supo describir Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en su Libro de Buen Amor. Las dos fiestas, la de la carne y la sensualidad, la del ayuno y la abstinencia, reflejan el deseo de libertad del hombre y su necesaria purificación. Hay muchas e interesantes investigaciones sobre el tema del Carnaval y lo carnavalesco (las mejores quizá sean las de Mijail Bajtin y Julio Caro Baroja), pero no es sobre estos ritos de celebración de la exhuberancia de lo que deseaba escribiros.

Hoy quisiera compartir con todos vosotros una oración que, aunque no pertenece propiamente al tiempo de Cuaresma, se relaciona muy bien con la liturgia de esta etapa y, en general, con lo que se celebra mediante ella: la preparación del alma para la Semana Santa, momento clave en la vida de todos los cristianos, pues en ella conmemoramos la pasión, la muerte y la resurrección de Nuestro Señor. Se trata de la oración del 'ANIMA CHRISTI' (Alma de Cristo).

Esta plegaria tradicional es muy antigua y, aunque se desconoce quién pudo haberla
compuesto, ha sido atribuida al Papa Juan XXII (1249-1334) y también al fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola (1491-1556), del cual se asegura que la rezaba con frecuencia y recomendaba a sus amigos y hermanos religiosos que la rezasen a menudo. Además, San Ignacio colocó esta oración al principio de sus célebres Ejercicios espirituales y no resulta extraño ver algunos reflejos de ella en su no menos famosa "Oración de entrega al Señor":

Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.
Vos me disteis,
a Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
disponed de ello
según Vuestra Voluntad.
Dadme Vuestro Amor y Gracia,
que éstas me bastan.
Amén

Con todo, parece que San Ignacio no compuso la oración del Anima Christi, pues ya figuraba en libros anteriores al santo español. Seguramente fue compuesta mucho antes de San Ignacio, pero el fundador de los jesuitas debió popularizarla. En el texto latino se hace mención de sacramentos y conceptos cristianos tan importantes como el Bautismo, la Eucaristía y la Pasión salvadora del Señor.

Esta oración habla del alma de Cristo y sirve, sin duda, para reconfortar nuestra propia alma. Estoy seguro de que, seáis creyentes o no, os gustará conocerla. Como siempre, se ofrece aquí la versión latina y una traducción castellana.

Espero que os agrade, que la leáis y, si os ayuda, podáis rezarla (a mí me ha ayudado en esos momentos de tristeza o decaimiento por los que todos pasamos alguna vez; además, al rezarla se logra una indulgencia parcial) y que viváis este momento de fe y conversión con la alegría de saberos queridos y de querer a los que os rodean. Que paséis un feliz fin de semana, amigos.

ANIMA CHRISTI

Anima Christi, sanctifica me.
Corpus Christi, salva me.
Sanguis Christi, inebria me.
Aqua lateris Christi, lava me.
Passio Christi, conforta me.
O bone Jesu, exaudi me.
Intra tua vulnera absconde me.
Ne permittas me separari a te.
Ab hoste maligno defende me.
In hora mortis meae voca me.
Et iube me venire ad te,
Ut cum Sanctis tuis laudem te.
In saecula saeculorum.
Amen

ALMA DE CRISTO

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
Oh, mi buen Jesús, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a ti,
para que con tus santos te alabe,
por los siglos de los siglos.
Amén

martes, 17 de febrero de 2009

RECUERDOS DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA (2)


RECUERDOS DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA (2)


La infancia es ese espacio maravilloso y ese tiempo irrecuperable en el que se va forjando la personalidad de cada uno, donde se descubre el mundo y se forman las impresiones, las sensaciones e ideas que nos acompañarán durante buena parte de nuestra vida.  

Al repasar los primeros capítulos de la Autobiografía (Autobiography, 1936) de G. K. Chesterton, encontramos algunos recuerdos de su infancia y adolescencia realmente curiosos, significativos de la sociedad victoriana en la que le tocó vivir y relevantes para entender el carácter de este autor. 

Esas memorias de infancia nos revelan muchos datos acerca de su forma de ser y de las personas que rodearon su infancia. En esta entrada continuamos repasando algunas de esas vivencias infantiles y juveniles, cuya lectura a buen seguro os resultará interesante. Cito según la última edición castellana de la Autobiografía (Barcelona, Editorial El Acantilado, 2003; traducción de Olivia de Miguel). Hoy os ofrezco varios fragmentos donde Chesterton habla de su familia, en especial de su abuelo y de su padre, con una divertida anécdota al final.

En primer lugar, nos referiremos al abuelo paterno de Chesterton, Arthur, el cual
era, en sus propias palabras, "un hermoso anciano, de pelo y barba blancos, y modales que tenían algo de aquella solemnidad refinada que solía ir acompañada de la obsoleta costumbre de ofrecer brindis y dedicatorias. Mantenía la vieja costumbre cristiana de cantar en la mesa..." (págs. 9 y 10).

En efecto, en algunas narraciones del autor se alude a esta vieja costumbre de cantar en la mesa. Estas canciones versaban, en general, sobre temas patrióticos ingleses (Trafalgar, Waterloo) y acompañaron la infancia de Chesterton en el ámbito más familiar, de modo que la poesía, aunque fuera tan retórica como estas canciones, estuvo presente en su vida desde siempre. Luego volveremos sobre esto.

Más adelante, al hilo de los modales refinados y ceremoniosos, nos cuenta que un hombre que entró en el negocio inmobiliario de los Chesterton en Kensington pidió ser presentado al abuelo. Se acercó a él y con un sinfín de alabanzas y reverencias, le dijo: "Señor, es usted un monumento, todo un hito", lo que halagó al abuelo, quien replicó que llevaban bastante tiempo en Kensington dedicados al negocio de la venta de fincas. Después, el hombre añadió: "Es usted un personaje histórico; usted ha cambiado por completo el destino de la Iglesia y el Estado", lo que, según Chesterton, debió ser interpretado por el abuelo como una forma poética de describir el éxito de su agencia inmobiliaria. Pero Edward, el padre de Chesterton, enseguida se dio cuenta de que el desconocido se refería a las controversias entre las ramas liberal y conservadora de la Iglesia anglicana, y más concretamente al caso de "Westerton contra Lidell", sobre una denuncia que un miembro de una cofradía protestante hizo contra un párroco por algún delito de papismo ("posiblemente el de vestir una sobrepelliz", p. 11, comenta el autor con ironía). El extraño remató su catarata de alabanzas con estas palabras: "Y sólo espero que usted apruebe ahora cómo se llevan los servicios de la parroquia", a lo que el abuelo contestó cordialmente que a él no le importaba cómo se llevaban. De resultas de lo cual, el padre de Chesterton se vio obligado a aclararle al desconocido que ellos se llamaban Chesterton y no Westerton. Con todo, al abuelo le encantó que, aunque fuera por error, le llamaran "monumento" e "hito".

Gracias a esa costumbre de su abuelo de cantar en las comidas y, sobre todo, a la afición de su padre por la literatura, Chesterton conocía la poesía inglesa de memoria desde que era muy pequeño ("...yo me sabía gran parte de ella mucho antes de que pudiera entenderla", p. 14). Así, cuenta que un buen día, a los seis o siete años de edad, iba andando por la calle recitando totalmente emocionado estos versos de William Shakespeare:

Buen Hamlet, desecha esa tristeza que te agobia / y miren tus ojos como amigo al rey de Dinamarca, / no tengas para siempre baja la mirada / buscando en la tierra a tu esclarecido padre...

"y en aquel preciso instante me di de narices contra el suelo" (p. 15). La anécdota, además de ser simpática y divertida, revela muy bien ese conocimiento de la poesía inglesa que tenía su autor y que, sin duda alguna, influyó con el tiempo en su decisión de ser escritor.



sábado, 7 de febrero de 2009

FRASES CÉLEBRES COMENTADAS (1)


FRASES CÉLEBRES COMENTADAS (1)

Hay quien me ha dicho, con todo afecto, quede claro, que empiezo muchas series de escritos sobre diversos temas en torno a la figura de Gilbert Keith Chesterton, su esposa Frances o su gran amigo Hilaire Belloc, además de sobre novelas policiales, y que nunca termino ninguna de esas series.

Contesto que un blog se va haciendo día a día, semana a semana, mes a mes... y que todas esas series tendrán algún día su punto final (a no ser que antes de que eso pase tenga yo mismo mi punto final), aunque es cierto que muchas de ellas podrían dilatarse y extenderse ad infinitum.

Por si ya había pocas (los álbumes de fotos, la serie sobre autores y novelas policiacas, sobre oraciones tradicionales, sobre los varios recuerdos de infancia y adolescencia de GKC, etc.), hoy vamos a dar comienzo a una nueva. La he titulado 'Frases célebres comentadas' y quiere recoger los pensamientos singulares y las brillantes ideas de escritores, artistas o personalidades históricas o del mundo de la cultura, en general.

Como no podía ser de otra forma, en las primeras entregas de esta nueva serie, podréis leer algunas de las frases más ingeniosas y cargadas de sentido común de nuestro querido amigo Chesterton. Merece la pena leerlas. Diré, por último, que no me he limitado a poner la lista de frases, como si de un inventario se tratase, y nada más. He querido glosarlas brevemente, con algún comentario de mi cosecha.

Espero que os gusten (seguro que os agradarán muchas) y que, si os parece, comentéis también aquellas que más os hayan llamado la atención o sorprendido. Os dejo con la primera muestra de la agudeza de este 'genio colosal', en palabras de su amigo, e irónico contrincante en mil y una polémicas, George Bernard Shaw. Que las disfrutéis. Un saludo muy cariñoso a todos, queridos amigos.

ALGUNAS FRASES CÉLEBRES DE GKC COMENTADAS:

1.-"Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa." Es una opinión muy personal de nuestro autor, pero no deja de tener un fondo de razón, en el sentido de que, cuando se deja de creer en algo, uno está dispuesto a creer en cualquier cosa: en ovnis, en brujería, en fantasmas... En cualquier cosa, por improbable que nos parezca. Conviene saber que él mismo pasó por una etapa atea y descreída en su juventud y que incluso coqueteó con artefactos infernales como la 'Ouija', algo de lo que se arrepentiría toda su vida, calificando su juventud con una sola palabra: 'locura'.

2.-"No hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse." Uno de los grandes valores de Chesterton era su capacidad para ver las viejas cosas con una mirada nueva, darse cuenta de aspectos que otros pasaban por alto y le llamaban la atención a primera vista. Todo tiene interés y puede ser digno de conocerse. Esta frase me recuerda otra de Groucho quien, desde su ácido humor, dice en una de sus películas, dirigiéndose a otro personaje que le hablaba de lo aburrido de algunos viajes: "Sólo se aburren los tontos, como debe usted saber
".

3.-"Lo más increible y maravilloso de los milagros es que a veces ocurren." Esta frase está sacada de uno de los cuentos del Padre Brown y demuestra el gusto de GKC por las paradojas. Entendemos por milagro aquel suceso inesperado y reparador que raramente sucede, pero nuestro autor afirma que lo maravilloso de los milagros, precisamente, es que en ocasiones ocurren. Las noticias de los diarios más de una vez nos soprenden con hechos inusitados y milagrosos.

4.-"El silencio es la réplica más aguda." Con frecuencia, sobran las palabras, y lo más inteligente es el silencio, incluso en una discusión enconada y febril. Se habla por eso de los 'silencios de oro' y no faltan casos en la historia, desde Jesús hasta el juicio de Tomás Moro, en que el silencio es, en efecto, la réplica más aguda.

5.-"Desde la aurora del hombre todas las naciones han tenido gobierno, y todas se han avergonzado de sus gobiernos." Qué gran razón tenía. Aunque pudiera aplicarse a cualquier época y a cualquier país y su gobierno, la frase va que ni pintada para la situación actual de España y su desastroso gobierno. Están en mayoría, no puede negarse, los ciudadanos españoles que, a día de hoy, se avergüenzan del inepto e incompetente gobierno que nos desgobierna pero, aunque parezca increíble, también una gran mayoría sigue depositando su confianza en él. ¿Incongruencias, incoherencias en la forma de ser del español? ¿Apatía, abulia, abandono? Pudiera ser...

6.-"Un gran clásico es un hombre del que se puede hacer un elogio sin haberlo leído." Está tomada de uno de los ensayos de Chesterton sobre los clásicos. Hay que leerla bien, para no equivocarnos al interpretarla. El autor no dice que no haya que leer a los clásicos, sino que de muchos de ellos podemos realizar un juicio elogioso sin haberlos leído. Así ocurre a veces, que hablamos de escritores célebres del pasado (poned los nombres que querías) pero es muy posible que no conozcamos sus obras y en absoluto es desatinado definirlos así. Puedo elogiar a Homero, a Dante, a Cervantes o a Shakespeare sin haber leído todas sus obras, porque son clásicos.

7.-"Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina." No puedo ocultarlo: ésta es mi favorita y la digo de vez en cuando, porque es muy positiva y me anima a confiar en que lo mejor de la vida está siempre por suceder. Esa ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina de nuestras vidas, creo, es una de las razones que dan sentido a nuestra existencia y nos ayudan a seguir adelante, a pesar de los desengaños, fracasos y dolores que nos azotan a menudo. Confiar plenamente en que podemos encontrar algo nuevo a la vuelta de la esquina supone poder levantarse cada mañana con un espíritu alegre, feliz y esperanzado en que lo mejor de lo mejor puede ocurrir un día y sorprendernos.

miércoles, 4 de febrero de 2009

SIR ARTHUR CONAN DOYLE (2): ESTUDIO EN ESCARLATA

SIR ARTHUR CONAN DOYLE (2):
ESTUDIO EN ESCARLATA


Es sabido que el personaje de Sherlock Holmes estaba basado en el doctor Joseph Bell, cirujano del Dispensario de Edimburgo, a quien Arthur Conan Doyle tuvo la oportunidad de conocer en su etapa de médico. Parece que el doctor Bell tenía la misma capacidad deductiva de Holmes y era capaz de averiguar muchas cosas de cualquier persona con sólo observar sus ropas o su comportamiento, igual que hace Holmes en todas las novelas y aventuras cortas creadas por Doyle.

También es cierto que Doyle conocía la vida de un policía de carne y hueso como había sido Vidoq y que había leído a los anteriores autores de novelas policiales, en especial a Poe y a Gaboriau. Sin duda, Conan Doyle tomó algunos rasgos de los personajes de estos autores para completar el retrato de Holmes. Por ejemplo, del comisario Vidoq tomó el gusto por los disfraces, a los que a menudo recurre Holmes para vigilar a un sospechoso; del Dupin de Poe, la capacidad de leer el pensamiento a partir de la asociación de ideas; en fin, del Lecoq de Gaboriau, la forma de realizar algunas deducciones.

Pero no seríamos justos con Doyle si no reconociéramos en su obra y en la creación de Holmes algunas innovaciones relevantes respecto a los autores que le precedieron. Es más, el propio Doyle, como enseguida veremos, se propuso superar a sus dos modelos e incluso los critica por boca de sus personajes. veamos primero algunas de esas innovaciones:

-Frente al estatismo de Dupin, quien a menudo no abandona su casa para resolver un crimen (como ocurre en La carta robada), Sherlock Holmes es un héroe dinámico,
proactivo, inquieto, hasta el punto de tener que recurrir a estimulantes como el tabaco o la morfina para calmar su poderosa actividad cerebral.

-Holmes se concentra en la resolución del problema y es capaz de aislarse de todos los demás pensamientos. Además de su privilegiado intelecto, a menudo se ayuda de la observación directa de los hechos, de los indicios que han pasado inadvertidos a los ojos de otros (los torpes policías como el inspector Lestrade) pero que se revelan claros y luminosos para él.

-Holmes, según nos relata el doctor Watson, posee profundos conocimientos de química, anatomía y literatura sensacionalista sobre crímenes. Además, toca el violín y practica la esgrima y el boxeo. Ninguno de los anteriores detectives había sido tan bien caracterizado como él, lo que es mérito de Doyle.

-Doyle no sólo creó una vida y unos rasgos para su personaje, sino que lo dotó de su propia teoría deductiva, algunos de cuyos principios se han hecho famosos, como el de que 'una vez que se han eliminado todas las explicaciones lógicas y plausibles de un problema, la que quede, por improbable que parezca, es la solución'.

-El personaje de Watson, por último, no se limita a ser un mero comparsa de su amigo Holmes, como era el difuso y neutro narrador amigo de Dupin, sino que a veces toma la iniciativa, como vemos en El sabueso de los Baskerville, aunque con frecuencia se equivoque. Pero las equivocaciones de Watson sirven, a veces, para allanar el camino a Holmes. Doyle acertó a poner al lado de Holmes un personaje que fuera su perfecto contrapunto, despistado y menos inteligente que él, tal vez, pero entrañable y maravilloso compañero de aventuras.

Decíamos antes que Doyle se había propuesto superar a Poe y Gaboriau y ello puede verse claramente en las páginas de Estudio en escarlata, concretamente en el capítulo dos de la primera parte. Cuando Watson le sugiere a Holmes que su método de deducción le hacen pensar en Poe y en Dupin ("Nunca me imaginé que esa clase de personas existiese sino en las novelas"), Holmes le contesta:

"-No me cabe duda de que usted cree hacerme una lisonja comparándome a Dupin. Pero, en mi opinión, Dupin era un hombre que valía muy poco. Aquel truco suyo de romper el curso de los pensamientos de sus amigos con una observación que venía como anillo al dedo [...], resulta en verdad muy petulante y superficial. Sin duda que poseía un algo de genio analítico; pero no era, en modo alguno, un fenómeno, según parece imaginárselo Poe".

Y cuando, seguidamente, Watson le pregunta a Holmes si había leído las obras de Émile Gaboriau para saber su opinión sobre el detective Lecoq, su respuesta es más ácida aún:

"-Lecoq era un chapucero indecoroso que sólo tenía una cualidad recomendable: su energía. El tal libro me ocasionó una verdadera enfermedad. Se trataba del problema de cómo identificar a un preso desconocido. Yo había sido capaz de conseguirlo en veinticuatro horas. A Lecoq le llevó cosa de seis meses. Podría servir de texto para enseñar a los detectives qué es lo que no deben hacer". (Las citas están tomadas de la traducción de Amando Lázaro Ros)

Vemos, pues, cómo a través de su personaje, Conan Doyle lanzó una crítica acerba y rigurosa de los autores y personajes detectivescos que habían precedido a su obra. Es innegable que se basó en ellos, pero también que quiso superarlos.

En definitiva, Estudio en escarlata supuso la entrada en escena de un personaje que, andado el tiempo, iba a convertirse en todo un mito de la literatura y el cine (Holmes es, junto a Frankenstein y Drácula, el personaje de ficción que ha sido llevado más veces a la gran pantalla), siendo el detective más famoso de toda la historia. Por eso y por otras tantas razones, merece mucho la pena que los lectores se acerquen a esta novela o a cualquiera de las aventuras cortas de Holmes y Watson que, para muchos críticos, son todavía mejores que esta novela. De esas aventuras y de las otras novelas largas de Doyle con Holmes como protagonista tendremos ocasión de tratar en próximas entradas de este blog. Hasta entonces, quedad en la compañía del agudísimo Holmes y de su fiel amigo Watson.


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