jueves, 20 de marzo de 2008

EUROPA (1939-1945). EN RECUERDO A LAS VÍCTIMAS

EUROPA (1939-1945)

EN RECUERDO A LAS VÍCTIMAS

y DE LOS GENOCIDIOS PROVOCADOS POR EL NAZISMO, EL STALINISMO Y LOS TOTALITARISMOS Y DICTADURAS QUE ARRASARON EUROPA,



UNAS PALABRAS SOBRE EL PREMIER BRITÁNICO WINSTON CHURCHILL, PREMIO NOBEL DE LITERATURA (1953)

A la guerra se juega con la sonrisa en los labios.
Si no puedes sonreír, haz una mueca.
Si no puedes hacerla, apártate del camino mientras puedas.

Winston Churchill


El señor Winston L. S. Churchill (1874-1965), como nos enseña la Historia, fue nombrado Primer Lord del Almirantazgo, y en mayo de 1940 sucedió al infausto Mr. Neville Chamberlain como Primer Ministro británico. Igual que su aliado norteamericano, el señor Franklin D. Roosevelt, asumió la jefatura del Gobierno en una de las horas más cruciales de la Historia de la Humanidad.

Como su homólogo americano o los políticos de otros países aliados de Reino Unido o EEUU, el Primer Ministro W. Churchill hubo de tomar decisiones muy arriesgadas y si en la II Guerra Mundial cometió algunos errores e indudables y contundentes aciertos, peor fue el cambio de Roosevelt al otrora aplaudido señor H. Truman, porque éste tomó la decisión más desacertada y cruel contra una nación, enemiga sí, pero con una población civil de niños, mujeres y hombres que merecían ser no sólo respetados, sino salvados.

Pero no sé si todas sus acciones, las del ‘guerrero’ Truman o las del ‘bueno y pacificador’ del señor N. Chamberlain se justificarían por tratarse de aquella infeliz, olvidable y despreciable guerra. No creo ni en una guerra atómica contra población civil ni en una paz ‘con honor’. Ambas acaban decayendo y fagocitando a sus promotores.

Por eso, algunas de las ideas y planes de Churchill en la II Guerra Mundial fueron acertados (casi todas sus operaciones militares) y otros equivocados: no hace falta que os recuerde los nombres de Normandía, Anzio, o Berlín, pero también conviene que no olvidemos Dunkerque, El Alemein, Tobruk, Stalingrado o un episodio, aún en envuelto tinieblas: nos referimos al misterioso vuelo del maldito nazi R. Hess a la fuerte y feroz Inglaterra, sobrevolando El Canal de la Mancha o por nuestra amada Escocia, pero con aterrizaje perpetuo en Spandau.

Si Churchill pudo estar errado en alguna de sus propuestas, fue un auténtico León en la defensa de su país, en su más gloriosa defensa, no en 1066, sino en 1940 y 1941, en la Batalla de Inglaterra, aunque luego, ya en el reparto de Postdam o Yalta se viera presionado o presionara para organizar un nuevo orden mundial.

La leyenda y el genio oratorio y sagaz de Churchill acompañarán siempre a la inmarcesible leyenda de Reino Unido, entonces más unido que nunca. El bueno de GK Chesterton nació el mismo año que W. Churchill, fueron amigos y compartieron muchas ideas, aunque no todas.

El partido conservador cuenta en su historia con el mejor orador inglés del siglo XX, aunque algunas de sus cartas fueran comprometedoras. Pero, como dije, fue un león, uno de los símbolos de Inglaterra, destrozando al dragón naziprusiano y totalitarista.

El gran error de Churchill, desde mi humilde perspectiva, fue aliarse con un hombre igual o peor que Hitler: Stalin, instigador del asesinato de Trosky, purgó al Partido Comunista ruso hasta convertirse en ‘padrecito’ de todas las Rusias; mi admiración está con el pueblo ruso y sus gentes, no con Stalin, para mí tan genocida como Hitler. Stalin, como bien observó Orwell en su novela ‘Animal Farm’ (Rebelión en la Granja), condujo a su país a una guerra furibunda y a una posguerra aún más injusta con su pueblo. Y de la dictadura de Mao en China, mejor hablemos otro día…

Aunque no sirva de consuelo, al menos a los que vivimos el final del siglo XX y vivimos este principio del siglo XXI, de terrorismo y guerras injustas, no tan lejanas o extrañas como algunos creen, al menos nos queda el recuerdo de los millones de personas, de la nación que fueran, del país que habitasen, o de la cultura que tuviesen o de la religión que profesasen, el recuerdo de aquellas víctimas asesinadas por sus enemigos e incluso por los propios dirigentes de su pueblo.

En el caso alemán, pueblo unido sentimentalmente a España por tantas razones, el hundimiento fue más duro con su propio pueblo.

No quisiéramos terminar sin antes recordaros precisamente unas palabras que, sobre aquella nefasta, odiosa guerra, nos dejó un escritor alemán y otra de nuestro ‘común amigo’, Gilbert Chesterton. Anoto que el escritor alemán es, como ya habréis adivinado, Bertolt Brecht: “Entre los vencidos, el pueblo pasó hambre; entre los vencedores, también”.

La de GKC es: “No creo que el destino se imponga a los hombres independientemente de cómo actúen, pero sí creo que el destino se impondrá a menos que se actúe”.



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