ORACIONES TRADICIONALES (1): EL "ACORDAOS"

ORACIONES TRADICIONALES (1): EL "ACORDAOS", de San Bernardo
de Claraval (1090-1153)


Ahora que termina el mes de mayo, mes de la Virgen, Nuestra Señora, Madre de Jesús, el Salvador, nos ha parecido muy conveniente iniciar una serie con algunas oraciones tradicionales de la Iglesia. Los católicos, y cristianos en general, las conocen bien, aunque algunas, como comprobaréis, no son tan conocidas. Forman parte de la liturgia y de la tradición literaria de nuestra Madre, la Iglesia, y muchas se refieren a Jesús, a la Virgen María o a los santos y mártires que tanto los amaron.

La oración que os presentamos es muy conocida. Seguramente la habréis leído muchas veces o la habréis rezado en un momento de recogimiento con el Señor. Os invitamos a que lo hagáis, en especial a los que no la sepáis.

Esta oración se debe a San Bernardo de Claraval (Clairvaux), hombre muy estudioso, lleno de fe y amor por Nuestro Señor y por la Virgen, el cual vivió en el siglo XII. Fue fundador de monasterios de la Orden Cisterciense. Su devoción por María queda reflejada en la oración del "Acordaos", magnífico ejemplo de plegaria, muy bien escrita. Por algo llamaban a San Bernardo el Doctor "boca de miel", pues era famoso por su capacidad de atraerse a los fieles con su palabra dulce y cariñosa.

En el Paraíso de Dante aparece el propio santo, ya casi al final del recorrido del poeta italiano por el cielo. San Bernardo, en la versión de Dante, aparece rezando una oración a la Virgen, pero no se trata de su más famosa oración, el "Acordaos" (en latín, Memorare). Aquí os brindamos la lectura tanto del "Acordaos" como del episodio de la Divina Comedia. Con todo nuestro cariño, os invitamos a que leáis estos textos, aunque ya los conocierais, o a que ahora los descubráis con nosotros.

Ofrecemos el texto original en latín, la traducción castellana y el canto XXXIII de la
Divina Comedia de Dante donde aparece San Bernardo.

MEMORARE

MEMORARE, O piissima Virgo Maria, a saeculo non esse auditum, quemquam ad tua currentem praesidia,
tua implorantem auxilia, tua petentem suffragia,
esse derelictum.
Ego tali animatus confidentia, ad te, Virgo Virginum, Mater, curro, ad te venio, coram te gemens peccator assisto.
Noli, Mater Verbi, verba mea despicere; sed audi propitia et exaudi.
Amen.

ACORDAOS

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo,
¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.



"Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir..."

DIVINA COMEDIA, de DANTE. "Paraíso", Canto XXXIII. Encuentro con los santos y la Virgen. Oración que Dante pone en boca de San Bernardo:

«¡Oh Virgen Madre, oh Hija de tu hijo,

alta y humilde más que otra criatura,

término fijo de eterno decreto,

Tú eres quien hizo a la humana natura

tan noble, que su autor no desdeñara

convertirse a sí mismo en su creación.

Dentro del viento tuyo ardió el amor,

cuyo calor en esta paz eterna

hizo que germinaran estas flores.

Aquí nos eres rostro meridiano

de caridad, y abajo, a los mortales,

de la esperanza eres fuente vivaz.

Mujer, eres tan grande y vales tanto,

que quien desea gracia y no te ruega

quiere su desear volar sin alas.

Mas tu benignidad no sólo ayuda

a quien lo pide, y muchas ocasiones

se adelanta al pedirlo generosa.

En ti misericordia, en ti bondad,

en ti magnificencia, en ti se encuentra

todo cuanto hay de bueno en las criaturas.

Ahora éste, que de la ínfima laguna

del universo, ha visto paso a paso

las formas de vivir espirituales,
solicita, por gracia, tal virtud,

que pueda con los ojos elevarse,

más alto a la divina salvación.

Y yo que nunca ver he deseado

más de lo que a él deseo, mis plegarias

te dirijo, y te pido que te basten,

para que tú le quites cualquier nube

de su mortalidad con tus plegarias,

tal que el sumo placer se le descubra.

También reina, te pido, tú que puedes

lo que deseas, que conserves sanos,

sus impulsos, después de lo que ha visto.

Venza al impulso humano tu custodia:

ve que Beatriz con tantos elegidos

por mi plegaria te junta las manos!»


Los ojos que venera y ama Dios,

fijos en el que hablaba, demostraron

cuánto el devoto ruego le placía;

luego a la eterna luz se dirigieron,

en la que es impensable que penetre

tan claramente el ojo de ninguno.

Y yo que al final de todas mis ansias

me aproximaba, tal como debía,

puse fin al ardor de mi deseo.

Bernardo me animaba, sonriendo

a que mirara abajo, mas yo estaba

ya por mí mismo como aquél quería:

pues mi mirada, volviéndose pura,

más y más penetraba por el rayo

de la alta luz que es cierta por sí misma.

Fue mi visión mayor en adelante

de lo que puede el habla, que a tal vista,

cede y a tanto exceso la memoria.

Como aquel que en el sueño ha visto algo,

que tras el sueño la pasión impresa

permanece, y el resto no recuerda,

así estoy yo, que casi se ha extinguido

mi visión, mas destila todavía

en mi pecho el dulzor que nace de ella.


Comentarios

Don Cogito ha dicho que…
Hombre, esto ya tiene muy buena pinta...

Saludos
ErmitañoUrbano ha dicho que…
Lo felicito por su blog. Le recomiendo que vea la pagina caminohacialaaurora.com.ar de espiritualidad en base a los místicos como Santo Tomas de Aquino, santa catalina de siena, Maestro Etchkart, beato taulero, san juan de la cruz, etc.

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