jueves, 5 de marzo de 2009

SIR ARTHUR CONAN DOYLE (3): EL SIGNO DE LOS CUATRO

SIR ARTHUR CONAN DOYLE (3): EL SIGNO DE LOS CUATRO


En la anterior entrada de la serie dedicada a Sir Arthur Conan Doyle comentamos que, tras la publicación de Estudio en Escarlata (1887), los editores Ward y Lock de Londres, asociados con el editor norteamericano J. B. Lippincot, responsable de la Lippincot Magazine, ofrecieron a Conan Doyle la edición de una segunda novela del mismo tipo y con los mismos personajes. Esta vez Doyle fue más astuto y no vendió los derechos de autor, pero estuvo conforme y se comprometió a escribir una nueva novela en la que apareciesen Sherlock Holmes y el doctor Watson.

La nueva aventura de Holmes se llamó inicialmente The Sign of the Four (El Signo de los Cuatro), aunque luego Conan Doyle abrevió el título, dejándolo en The Sign of Four, y con esa denominación vio la luz en el número de febrero de 1890 de la Lippincot Magazine. Unos meses más tarde, fue publicada en forma de libro por el editor Spenser Blackett.

Aunque Conan Doyle obtuvo más beneficios económicos con esta segunda novela, se debe señalar que no logró más fama como novelista. Los críticos literarios de la época alababan mucho más las novelas históricas de Doyle, subgénero que a él
mismo también le agradaba más escribir, que las aventurillas policiales, tan sórdidas y truculentas, de ese curioso hombre delgado, enjuto, fumador de pipa y tocado con un ridículo sombrero de caza. Novelas históricas como Micah Clarke (1889) o La Compañía blanca (1891) fueron aplaudidas por los críticos y muy bien recibidas por el público. Sin duda, era realmente el tipo de narraciones en las que Doyle se encontraba más cómodo y que le deparaban mayores placeres como escritor. Así, la novela de El Signo de los Cuatro tuvo poca repercusión entre los lectores y los críticos ingleses de aquel tiempo, aunque Holmes y Watson ya contaban con un buen número de seguidores en Estados Unidos.

Entonces, ¿cuándo y cómo alcanzó la celebridad un personaje como el de Sherlock Holmes? No gracias a estas dos primeras novelas, que se hicieron más conocidas
después, sino merced a los relatos breves, a las narraciones cortas que Doyle llamó 'Adventures' (aventuras) y salieron publicadas en la Strand Magazine, haciendo las delicias de miles de lectores. Estas narraciones breves, a las que dedicaremos la siguiente entrada de la serie sobre Conan Doyle, supusieron el auténtico toque de fortuna de su autor y del personaje que había creado, hasta tal punto que hoy en día aún se consideran como pequeñas obras maestras y las mejores apariciones de Holmes en el universo ficticio creado por el autor escocés.

Los lectores que hayan seguido las anteriores entregas sobre autores famosos de la novela policial relacionarán esta novela con La piedra lunar, de Wilkie Collins, en la que también aparecía una piedra preciosa y tres hindúes, guardianes de la reliquia sagrada. No cabe duda de que Doyle se inspiró parcialmente en la novela de Collins, pero sus personajes, su estilo y el tratamiento de la trama difieren de modo muy notable de los de Collins. La piedra lunar es una obra maestra del género, una de sus mejores joyas, si se nos permite el juego, mientras que El Signo de los Cuatro, con ser un buen relato de aventuras y una emocionante intriga detectivesca, palidece al ser comparado con la otra novela, excelente precursora e insuperable modelo del género.

El argumento de El Signo de los Cuatro, de cuyo desenlace no adelantaremos nada, podría resumirse de esta manera: tras un primer capítulo introductorio sobre la especialidad de Holmes, es decir, la ciencia de la deducción, aparece en el piso de Baker Street una joven llamada Mary Morstan, la cual solicita de Holmes que le ayude a averiguar el paradero de su padre, el capitán Morstan, desaparecido en extrañas circunstancias. Además, la señorita Morstan leyó en el periódico Times que alguien solicitaba su dirección, la mandó y al poco tiempo comenzó a recibir cartas sin ningún mensaje escrito pero que contenían una perla. Estos envíos le llegaban una vez cada año. La última carta que recibió sí que contenía un mensaje:

"Acuda esta noche a las siete a la tercera columna, contando desde la izquierda, en la parte exterior del teatro Liceo. Si desconfía, hágase acompañar de dos amigos. Usted ha sido perjudicada y se le hará justicia. No se haga acompañar de la policía. Si lo hace, todo será inútil. Un amigo suyo desconocido".

Confusa, decidió pedir ayuda al detective londinense quien, lleno de interés por tan insólito caso, accede a acompañarla, junto al inseparable doctor Watson. Holmes descubre entonces una relación entre el capitán Morstan y el comandante Sholto, amigo del capitán y compañeros del ejército inglés en la India. La señorita Morstan le enseña a Holmes un papel con un mensaje y un extraño jeroglífico. El mensaje dice: "El Signo de los Cuatro... Jonathan Small, Mahomet Singh, Abdullah Khan, Dost Akbar". A partir de aquí comienza realmente la historia, una aventura apasionante en la que Holmes y Watson deberán resolver un crimen, descubrirán el misterio de un tesoro encontrado por tres hindúes y un inglés, y se enfrentarán a un caso de persistente y desatada venganza.

Hay dos curiosidades que, no obstante, han convertido a esta novela en una lectura imprescindible para todos los amantes de la 'Sherlockmanía' y son éstas: por un lado,
en ella podemos leer el único pasaje de todo el universo holmesiano, justo al principio de la narración, en que este personaje se inyecta una solución de cocaína, en una disolución al siete por ciento, lo que el Dr. Watson le recrimina agriamente. A esto Holmes, sin dejar de darle la razón, le responde que "estimula y aclara el cerebro de una forma tan trascendental, que me resultan pasajeros sus efectos secundarios"; por otra parte, y no sé si está bien revelarlo aquí, en este relato Watson cobra un especial interés, porque se casa con la señorita Morstan. Los maledicentes afirman que Doyle se vio obligado a casar a uno de sus personajes (y no podía ser al misógino Holmes) por las continuas y maliciosas murmuraciones de algunos lectores que veían en la convivencia de Holmes y Watson una relación homosexual oculta. Nada de esto se ha probado con la suficiente rotundidad, pero lo cierto es que Watson se casa y abandona el piso de Baker Street poco después de haberse ido a vivir con su amigo, lo que ha sido criticado con dureza, pues obligó a Conan Doyle a forzar las más peregrinas excusas para que el personaje del buen doctor pudiera abandonar el domicilio conyugal a fin de acompañar a Holmes en sus siguientes aventuras.

Estamos seguros de que los lectores que no conozcan esta novela disfrutarán de ella y, aunque no sea de las mejores de Holmes, ni de los mejores productos literarios elaborados por Doyle, presenta algunos rasgos que hacen de ella una buena muestra de garra narrativa y de trama policiaca. Si os decidís a leerla, la disfrutaréis.

15 comentarios:

Francis Nicolás dijo...

Gracias por sus ánimos, mr. Le auguro que seré el jubilado que más novelas termine.

Un abrazo.

(Permanecerá la amistad hasta los tiempos de la jubilatio)

Anónimo dijo...

Hola GKCh,
Hoy me duermo de pie!! Mañana te leo! Sorry!
Dos besos!

buggy dijo...

Hola GKCh,
por partes: primero La piedra lunar. Luego ya veremos, a lo mejor vuelvo a Holmes.
¿Entonces Holmes y Watson...? ¡Qué pillines!
Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola GKCh,
¡Qué entretenido resulta leerte! Tus textos son sumamente fluidos y de agradable lectura. Hoy me han surgido dos preguntas. Por un lado, nos has dicho que a Doyle le gustaba más escribir novelas históricas; también nos has contado que la iniciativa de escribir la segunda novela de Holmes fue de los editores y que fueron los posteriores relatos breves los que le hicieron sumamente célebre. Mi primera pregunta es: ¿Disfrutaba Doyle escribiendo sobre Holmes o se vió obligado a ello como consecuencia del gran éxito conseguido? Es decir, ¿llegó Holmes a convertirse en una carga para Doyle? Quizá es adelantarme a lo que nos contarás en futuras entregas. Si fuera así, no me contestes ahora, esperaré pacientemente.
Por otro lado, mi segunda pregunta es consecuencia de mi absoluto desconocimiento sobre drogas. ¿Una disolución al siete por ciento de cocaína es mucho o poco?
Dos besos!

buggy dijo...

Hola GKCh,
sí, acabé Estudio en Escarlata. Me gustó, y me llamó mucho la atención la estructura, cuando corta repentinamente el hilo de la narración y te empieza a contar una historia que no tiene, aparentemente, ninguna relación con los crímenes. El final es un poco tramposo: evita que los protagonistas tengan que mojarse en el dilema moral que plantea el asesino.

Leeré la piedra lunar en siguiente lugar, y ya veremos. No esperaré a verano (hay que vivir el presente).

A lo mejor Holmes sí era gay, pero Doyle no se dio cuenta. Hay gente muy discreta.

Hay atracadores de bancos muy simpáticos, como los de Atraco a las 3, y atracadoras imponentes como la de Atraco a las 3 y media (vaya m de película, por cierto).
Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola GKCh,
Muchísimas gracias por tus respuestas!! ¡Qué interesante!
Disfrutad también vosotros de vuestro fin de semana!
Dos besazos.

Francis Nicolás dijo...

Me quedo con la frase del griego, míster, ‘La medicina es el arte de acompañar al sepulcro con palabras griegas’.

Muy buena.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola GKCh,
Muchas gracias por tu amable comentario!! Seguro que acabo encantada yendo en bici!
Dos besotes!

buggy dijo...

Hola GKCh,
se trata de un artículo que escribí hace unos meses, pero ponerlo en el blog es una forma de no perderlo.

Monet es mi pintor preferido, así que me compré cinco o seis libros suyos de segunda manos, para ver con cierta calidad sus pinturas. Así acabé leyendo dos de ellos y empapándome de las andanzas de Monet. Para mí fue el mejor impresionista, porque sus cuadros son los que más me gustan y porque creo que innovó en el tratamiento del color. Hasta entonces los cuadros quedaban apastelados y faltos de realismo.
No soy ningún experto en historia del arte ni en pintura. Y como en el resto de facetas de mi vida, tampoco deseo serlo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola GKCh,
Desde luego vivimos una época tecnológicamente maravillosa. Tú me recomiendas la escena de una película. Coloco el título de la canción de la escena en youtube. Y ya está! Puedo disfrutar de ella inmediatamente y comprobar que efectivamente, tal y como tú me indicabas, es perfecta para ilusionar a una futura ciclista como yo.
Muchas gracias!
Dos besos!

Anónimo dijo...

:)

Francis Nicolás dijo...

A veces pienso que los estudiantes, más que estudiar, "son estudiados", no sé si con microscopios o con sondas; si por humanos o por andromedianos

Un abrazo,mr.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, GKCh!!
Dos besos!

Rictus Morte dijo...

Por cierto que cada verano me releía yo a todo Sherlock Holmes. Hace mucho que no lo hago, a ver si en el próximo me pongo con mi pipa a ello de nuevo. Un saludo Gilbert

Anónimo dijo...
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