ÉMILE GABORIAU Y MONSIEUR LECOQ
ÉMILE GABORIAU
Y MONSIEUR LECOQ
Y MONSIEUR LECOQ
Las páginas de este blog, además de tratar de Gilbert K. Chesterton, su esposa y sus amigos Hilaire Belloc, George Bernard Shaw y demás, quisieran convertirse en una pequeña compilación sobre los mejores autores de la novela policial y sus obras maestras. Empezamos esta serie con Edgar Allan Poe por razones evidentes: es el creador del género policial, en forma de cuentos analíticos, tal y como a él le gustaba llamarlos. Debemos continuar siguiendo un orden cronológico. Por eso nuestra siguiente parada debe ser el escritor francés Émile Gaboriau.
Émile Gaboriau (1832-1873) fue periodista y novelista, cultivando ambas formas de escritura con sinigual destreza. Fue muy famoso en su época, aunque hoy en día esté un poco olvidado de los lectores. Por esa misma razón no estará de más que resucitemos un poco su figura y su obra. Después de publicar algunas novelas de aventuras (El trece de húsares, 1861; Matrimonio de aventuras, 1862), alcanza la fama con la publicación de su primera novela policial, El caso Lerouge (L'Affaire Lerouge, 1866). En ella aparece el que será su detective de ficción, el avispado y sibilino Monsieur Lecoq, del que hablaremos más abajo.
Al éxito de El caso Lerouge siguieron otras dos novelas policiales con el mismo protagonista: El dossier nº 113 (Le Dossier nº 113, 1867) y Monsieur Lecoq (Monsieur Lecoq, 1869), dividido en dos volúmenes (La encuesta y El honor del nombre). Si bien es cierto que Gaboriau escribió otras novelas policiales, o con ambiente semejante al policial, las mejores son, sin duda alguna las protagonizadas por Monsieur Lecoq. Algunos autores continuaron la saga de Lecoq una vez hubo fallecido Gaboriau, siendo la más célebre La vejez de Monsieur Lecoq (La vieillesse de Monsieur Lecoq, 1878), escrita por Fortune du Boisgobey.
Lecoq es un detective que trabaja para la policía francesa, la Sûreté. Su mayor virtud es la capacidad camaleónica para disfrazarse y es, desde luego, un hombre de acción, como Sherlock Holmes, quien también se disfraza en algunos de sus casos (por ejemplo, en La aventura del detective moribundo). Lecoq es un producto de su tiempo, un hábil policía y un diestro luchador, además de agudo observador de la vida. Resuelve los casos basándose en las pistas que encuentra, en los indicios materiales, como ocurre en El dossier nº 113, donde demuestra su peculiar ingenio y sus dotes deductivas en la recuperación de unos documentos valiosos.
Sin embargo, Lecoq no es fruto sólo de la imaginación de Gaboriau. Su figura estaba basada, al igual que las de Holmes o el Padre Brown, en un personaje real: el famoso comisario Eugène François Vidoq, que había sido ladrón antes de convertirse en el primer jefe oficial de la Sûreté. Parece ser que Vidoq, al igual que Lecoq, era todo un maestro del disfraz y todo un personaje en la vida de París de finales del siglo XIX.
Al igual que en anteriores entregas, el lector nos permitirá que no hablemos de los argumentos de las novelas en las que aparece Lecoq, porque sería imperdonable que le aguásemos su lectura con indicios inconvenientes.
Recomendamos vivamente la lectura de El caso Lerouge y de El dossier nº 113, en especial, ambas traducidas al castellano y de fácil acceso en varias ediciones. Que disfrutéis con las aventuras del singular Monsieur Lecoq.
Émile Gaboriau (1832-1873) fue periodista y novelista, cultivando ambas formas de escritura con sinigual destreza. Fue muy famoso en su época, aunque hoy en día esté un poco olvidado de los lectores. Por esa misma razón no estará de más que resucitemos un poco su figura y su obra. Después de publicar algunas novelas de aventuras (El trece de húsares, 1861; Matrimonio de aventuras, 1862), alcanza la fama con la publicación de su primera novela policial, El caso Lerouge (L'Affaire Lerouge, 1866). En ella aparece el que será su detective de ficción, el avispado y sibilino Monsieur Lecoq, del que hablaremos más abajo.
Al éxito de El caso Lerouge siguieron otras dos novelas policiales con el mismo protagonista: El dossier nº 113 (Le Dossier nº 113, 1867) y Monsieur Lecoq (Monsieur Lecoq, 1869), dividido en dos volúmenes (La encuesta y El honor del nombre). Si bien es cierto que Gaboriau escribió otras novelas policiales, o con ambiente semejante al policial, las mejores son, sin duda alguna las protagonizadas por Monsieur Lecoq. Algunos autores continuaron la saga de Lecoq una vez hubo fallecido Gaboriau, siendo la más célebre La vejez de Monsieur Lecoq (La vieillesse de Monsieur Lecoq, 1878), escrita por Fortune du Boisgobey.
Lecoq es un detective que trabaja para la policía francesa, la Sûreté. Su mayor virtud es la capacidad camaleónica para disfrazarse y es, desde luego, un hombre de acción, como Sherlock Holmes, quien también se disfraza en algunos de sus casos (por ejemplo, en La aventura del detective moribundo). Lecoq es un producto de su tiempo, un hábil policía y un diestro luchador, además de agudo observador de la vida. Resuelve los casos basándose en las pistas que encuentra, en los indicios materiales, como ocurre en El dossier nº 113, donde demuestra su peculiar ingenio y sus dotes deductivas en la recuperación de unos documentos valiosos.
Sin embargo, Lecoq no es fruto sólo de la imaginación de Gaboriau. Su figura estaba basada, al igual que las de Holmes o el Padre Brown, en un personaje real: el famoso comisario Eugène François Vidoq, que había sido ladrón antes de convertirse en el primer jefe oficial de la Sûreté. Parece ser que Vidoq, al igual que Lecoq, era todo un maestro del disfraz y todo un personaje en la vida de París de finales del siglo XIX.
Al igual que en anteriores entregas, el lector nos permitirá que no hablemos de los argumentos de las novelas en las que aparece Lecoq, porque sería imperdonable que le aguásemos su lectura con indicios inconvenientes.
Recomendamos vivamente la lectura de El caso Lerouge y de El dossier nº 113, en especial, ambas traducidas al castellano y de fácil acceso en varias ediciones. Que disfrutéis con las aventuras del singular Monsieur Lecoq.
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