EDGAR ALLAN POE (y 3): LA CARTA ROBADA

Edgar Allan Poe publicó La carta robada (The Purloined Letter) en diciembre de 1844 en The Gift for 1845. Es la tercera y última historia en la que aparece el detective Auguste Dupin y forma, de algún modo, una unidad con los otros dos cuentos analíticos ya comentados en las páginas de este blog.

En La carta robada asistimos a un caso especial para Dupin: a un importante personaje de la vida política de París le han robado una carta comprometedora y se halla bajo la amenaza de que el contenido será revelado si no se aviene con la persona que la ha robado. Lo curioso es que la policía registra de arriba a abajo la casa del supuesto ladrón, la ponen patas arriba, pero no encuentran ni rastro de la carta.

En cambio, Dupin no sólo encuentra la carta robada a la primera, sino que la recupera y la amenaza queda neutralizada. Dupin usa para ello su solo instinto y sus dotes de fino observador, así como su agudeza mental y deductiva. La solución estaba a la vista de todos, pero sólo Dupin fue capaz de verla. Es ésta una historia singular que demuestra que a veces no somos capaces de ver lo más obvio, aquello que tenemos delante de nuestras narices.

Para Poe y para muchos de los críticos de sus cuentos analíticos o policiacos, ésta es precisamente su mejor historia, porque es la más sencilla y la más deslumbrante, la que encierra una solución más sorprendente. De las tres historias es, sin duda, la menos truculenta, la que nos parece más verosímil y posible.

Hay, sin embargo, quien le ha criticado a Poe la solución que da, ante la imposibilidad de que Dupin descubriese la carta a simple vista, pero mucho más criticable es la solución a la historia de Los crímenes de la Rue Morgue.

Los tres son excelentes cuentos policiales, que merecen más de una lectura, porque poseen todos los ingredientes de una historia atractiva: la acción, el personaje del detective, el enigma aparentemente irresoluble y la fulgurante solución final.

Como siempre, en La carta robada el detective aficionado (Dupin) supera al profesional, quedando éste en ridículo. Esta será una constante en la novela policiaca hasta la aparición de figuras de policías profesionales como el Comisario Maigret o el inspector Wallander, que son cualquier cosa menos estúpidos funcionarios burocráticos, aquellos que satiriza y critica Poe en sus cuentos.

Os dejo con la lectura de La carta robada, para que disfrutéis de su sencillez, de su lógica y de la aguda solución que Dupin, y Poe con él, nos ofrecen para un caso aparentemente irresoluble. Espero que os guste tanto como las otras dos historias. Sin duda, merece la pena que leáis las tres para comprobar que Poe no sólo es un maestro del cuento policial, sino un artesano insuperable en el arte de la narración a secas.

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